Ese día un grupo de militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Juan Domingo Perón intentó asesinarlo y llevar adelante un golpe de estado y, si bien fracasaron en su propósito, durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación Naval, bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, ubicada a su vera, el edificio de la Confederación General del Trabajo y el edificio que en aquella época servía como residencia presidencial, causando la muerte de 308 personas y más de 700 heridos siendo, irónicamente, el bautismo de fuego de la Aviación Naval (contra su propia gente).
Perón se había retirado al Ministerio de Guerra ubicado a 200 metros de la Casa Rosada por lo cual no estaba en ella al comenzar los ataques aéreos y el intento de asalto por fuerzas de tierra. La violencia, de una magnitud nunca vista anteriormente en Argentina, con la cual se ejecutó el hecho y el desprecio por la vida de las personas hace que se lo vincule con el terrorismo de Estado aparecido años después en el país.