Esa misma noche, la policía reprimió brutalmente a los manifestantes que festejaban el triunfo frente a la sede del Partido Justicialista.
La UCR, que había postulado a Ricardo Balbín como candidato a presidente obteniendo poco más del 21 por ciento de los sufragios, desistió de ir a segunda vuelta.
Eran los últimos estertores de un proceso que había comenzado con el golpe de 1955 y que culminaba en el dictador Alejandro Agustín Lanusse de manera patética.
Lanusse lo intentó todo para evitar que el peronismo retornara al gobierno o, al menos, tuviera limitado su poder.
Poco antes del primer regreso de Juan Domingo Perón al país, en 1972, Lanusse había dicho que al viejo caudillo "no le da el cuero para volver".
La consigna estratégica que derrumbó la fantasía lanussista: "Cámpora al gobierno, Perón al poder" Como su expresión de deseo se vio frustrada, y ante la evidencia de que el peronismo tenía todas las posibilidades de gobernar (Lanusse buscaba la salida electoral para apagar el incendio de las sublevaciones populares) inventó la "cláusula de residencia" por la que Perón no podía presentarse como candidato ya que como consecuencia del exilio obligado debió permanecer 18 años fuera del país.
Fue entonces que surgió la figura de Cámpora, el colaborador más estrecho de Perón, y la consigna estratégica que derrumbó la fantasía lanussista: "Cámpora al gobierno, Perón al poder".
Perón designó a Cámpora como candidato presidencial y, paradojas de la historia, miles de jóvenes encarnaron en él sus aspiraciones revolucionarias.
"El Tío", como lo llamaba la Juventud Peronista, se transformó en el símbolo de ese destino que gran parte de la juventud había elegido, influenciada por la resistencia peronista, la revolución cubana, el mayo francés y, sobre todo, por las sublevaciones populares como el Cordobazo, el Tucumanazo y el Rosariazo.
Otra paradoja de la historia: muchos de esos jóvenes provenían de familias de clase media antiperonista y algunos, incluso, de la derecha católica.
La consigna "Cámpora al gobierno, Perón al Poder" marcó en ese sentido un quiebre generacional en sectores de la clase media: los hijos de quienes habían festejado en Plaza de Mayo el derrocamiento de Perón en 1955 ahora se unían a los trabajadores, militaban y se sumaban a organizaciones como la Juventud Peronista y Montoneros.
Los 49 días de la "primavera camporista", como se llamó a ese período, transformaron a Cámpora, a pesar de su edad, en un símbolo de la juventud rebelde y combativa.
La dictadura militar que tomó el poder en 1976 buscó borrarlo de la historia -como a miles de argentinos- impidiéndole durante un largo tiempo abandonar la embajada de México para marchar al exilio y sólo lo dejó partir cuando estaba segura que allí moriría al poco tiempo.
Esa dictadura le tenía temor al símbolo y la prueba de esto es el despliegue militar que puso en marcha cuando Cámpora fue trasladado desde la embajada mexicana al Hospital Italiano y de allí al exilio.
Se ocuparon militarmente edificios cercanos al hospital, mientras numerosas patrullas armadas recorrían las calles para "custodiar" al ex presidente enfermo.
No es casual, entonces, que "El Tío" -invisibilizado durante muchos años- sea rescatado ahora por miles de jóvenes que se volcaron a la militancia, incluyendo a los hijos de esos otros jóvenes que fueron asesinados y desaparecidos por el terrorismo de Estado.
Cámpora, de alguna manera, concentra esa frase que Néstor Kirchner le dirigió a la juventud: "sean transgresores".