Los pseudo ambientalistas viven en un mundo que no existe, en el cual todo debe quedar inmaculado de aquí a la eternidad. Según ellos nada debería tocarse, ninguna actividad económica debería encararse, en defensa de la sacrosanta naturaleza, porque no existe actividad humana que en alguna medida no afecte el medio ambiente.
Pero ocurre que el ser humano es parte de la naturaleza, ya que pertenece (pertenecemos) al reino animal, estamos vivos e interactuamos, como todo ser vivo, con nuestro entorno. Esa interacción implica muchas veces modificar dicho entorno, lo cual no implica que esto necesariamente sea bueno: es una cuestión de proporciones, de impacto ambiental razonable, y no del quietismo que nos proponen muchos de los llamados ambientalistas.
Así como compartimos plenamente la necesidad de respetar y cuidar la naturaleza también consideramos que, en el extremo al que muchos “ecologistas” pretenden llegar, implica congelar la sociedad en un status quo signado por las desigualdades y la falta de perspectivas de muchas familias que a duras penas logran subsistir a pesar de los avances innegables registrados en nuestro país desde 2003 a la fecha. Avances que no son obra de la naturaleza sino del esfuerzo político del gobierno nacional y popular y que, en medio de una formidable crisis en los países del primer mundo, sigue generando medidas tendientes al desarrollo con inclusión.
Consideramos que la imposibilidad de encarar nuevas actividades económicas con el pretexto del daño al medio ambiente condenaría irremisiblemente a muchos de nuestros vecinos a seguir luchando incansablemente para solo subsistir sin perspectivas de mejorar, y a lo largo de los años y con el incremento de la población (ya que como parte de la naturaleza los seres humanos tendemos a reproducirnos) habría cada vez menos para todos. Los más necesitados, en lugar de mejorar, estarían cada vez peor… y serían cada vez más.
En esta hipotética sociedad inmóvil podemos imaginar que quienes hoy están más o menos bien serán los privilegiados del día de mañana, pero estarán condenados a vivir entre rejas para evitar que los roben. La inseguridad crecerá exponencialmente, reclamarán crecientemente más policías y mano dura, y las protestas sociales reprimidas violentamente terminarán en masacres anunciadas. Cuestión de elecciones, en definitiva: el cuidado extremo del medio ambiente es sagrado, la vida humana (de los otros) es descartable. ¿Este mundo, este Berisso es lo que quieren? Aunque la perspectiva suena exagerada, no lo es demasiado.
Volviendo a nuestra ciudad y al presente, en el caso de las obras que se llevan adelante para la instalación de la terminal de contenedores es evidente que algún impacto ambiental se va a ocasionar y se está ocasionando. Lo que no compartimos es la gravedad que algunos ambientalistas manifiestan, ya que las 35 hectáreas de monte que según ellos resultan afectadas no son un porcentaje significativo respecto del total y tampoco es cierto que no vayan a recuperarse: el monte tiene un veloz repoblamiento y lo que hoy deje de ser inundable hubiera dejado de serlo de todos modos con el correr del tiempo por los sedimentos que deposita el río. La única modificación realmente de importancia es la punta de la isla Paulino que debió ser recortada para que los barcos que van a venir puedan virar.
Pero estos “ataques” a la naturaleza son menores en relación al crecimiento que, al impulso del puerto y no sin las dificultades propias del crecimiento, vamos a experimentar en Berisso, tan castigada desde el cierre de los frigoríficos y la privatización de YPF. A la hora de elegir, y tratando de minimizar el impacto sobre el medio ambiente, optamos por construir una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana, con desarrollo y crecimiento para todos. Lo contrario, aunque no lo digan, es impulsar políticas rígidamente conservadoras y excluyentes con las cuales nunca estaremos de acuerdo y que, confiamos, nunca tendrán apoyo popular.
Alejandro Sergio
Secretario general del Movimiento de Unidad Popular de Berisso