El MUP estuvo presente en el reconocimiento de la UNSAM al juez Baltasar Garzón

El MUP estuvo presente en el reconocimiento de la UNSAM al juez Baltasar Garzón

Un Teatro Tornavía colmado lo aplaudió de pie cuando el rector Carlos Ruta le entregó el título de Doctor Honoris Causa de la UNSAM. “Semejante homenaje no es más que una mayor responsabilidad. El reconocimiento de esta Universidad, a la que me siento profundamente ligado porque soy de la misma extracción social que la gente de San Martín, me compromete a no bajar los brazos”, dijo Baltasar Garzón luego de la ceremonia, todavía emocionado por la ovación de las más de cien personas presentes, militantes sociales y políticos y diputados nacionales, representantes de organismos de derechos humanos y de toda la comunidad académica.

 “Argentina, su Gobierno y su pueblo, me hacen sentir como en casa y me dan el calor necesario para que mi lucha por la justicia, que en España fue truncada, pueda continuar con la misma fuerza”.

Decía en su discurso luego de recibir el Honoris Causa que no va a bajar los brazos en esta lucha por la verdad y la justicia desde donde esté.

“Hay que continuar por esos principios de verdad, justicia y reparación a las víctimas sean estas de donde fueren. Estoy comprometido ahora aquí, pero también en El Salvador, Colombia, España, Tanzania, por decir algunos países. Pero la idea es continuar donde sea necesario. Porque los delitos de lesa humanidad son universales.

¿Cuál es su opinión del avance de la política de derechos humanos en la Argentina?

Sin duda es pionera en el mundo. No sólo porque ha juzgado y sigue juzgando a los militares sino porque además está avanzando en el juzgamiento de los civiles responsables. Hoy quizá, volviendo a la pregunta anterior, es menos necesario estar acá en la Argentina en cuanto a que es probablemente el lugar del mundo en el que esto está más en ebullición. Yo he recorrido muchos países y en pocos he visto que se haga real entre lo que se dice y se piensa, lo que se regula y se pone en práctica en materia de derechos humanos.

Usted lleva más de un año prácticamente radicado en la Argentina, ¿Por qué eligió este país?

Las primeras personas que me llamaron, apoyaron y alentaron luego de que en mayo de 2010 se me inhabilitara en España fueron Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Y ellos me abrieron las puertas para trabajar en derechos humanos acá en la Argentina y lo han cumplido. Yo me siento muy cómodo y muy querido acá. Y hoy tengo un compromiso con ustedes, en particular con esta Universidad a la que me siento ligado de una manera particular, como dije, pero más aún después de las palabras del rector Carlos Ruta y de la laudatio de Jorge Taiana, que me generan una enorme responsabilidad. Amén de mi propio compromiso vital, se me reconocen unos valores enormes a los que debo honrar, porque detrás de este honoris hay una comunidad de 19 mil personas entre profesores y estudiantes a los que debo responder en mi compromiso.

¿Qué opina de la Reforma judicial recientemente aprobada por el Congreso?

Creo que era necesaria. Este debe ser el comienzo de cambios profundos en la justicia argentina, como en todos los pueblos y países: la justicia tiene que acomodarse a las necesidades de la sociedad; tiene que dejar de ser elitista y corporativa, y preñarse de sociedad y de pueblo. Porque en definitiva el pueblo es el titular de ese poder judicial. Los demás  son y somos  meros administradores. Por lo tanto, no podemos estar de espaldas a la gente. La cercanía del pueblo conlleva también a una mayor participación del pueblo en los órganos de gobierno y de ese poder. Eso es lo que se busca con esta reforma, que apoyo y celebro, porque previniendo por supuesto la independencia del poder judicial, se está construyendo una independencia responsable  y no una arbitraria. Porque imparcialidad no significa insensibilidad.

¿También está de acuerdo con la reforma del Consejo de la Magistratura?

Claro. Hace ya más de un año publiqué un artículo en España que se titula en el nombre Del pueblo,  la justicia, en el que abogo por la elección universal y directa de los miembros del Consejo del poder judicial en España por parte del pueblo. ¿Acaso los ciudadanos ya no somos mayores de edad? Si somos válidos para votar un presidente y un parlamento también debemos de ser los suficientemente  formados para elegir a quienes deben administrar el poder que los ciudadanos titulamos.

La semana pasada murió el dictador Jorge Rafael Videla, preso y condenado. ¿Es un hecho inédito en el mundo?

Pues realmente yo creo que es el primero. Yo nunca he creído en la justicia como venganza, algo que podría pensarse de algunos que están callados por las responsabilidades políticas que tienen y que desprecian a las víctimas… Pero bueno, lo que importa es que Jorge Rafael Videla ha tenido todas las garantías que él y sus juntas militares impidieron a aquellos que, según ellos, atacaban al propio sistema. Ni siquiera hubo el disimulo de un juicio sino sencillamente  la eliminación y la desaparición. En cambio él ha recibido una sanción con todas las garantías, insisto, y le ha sorprendido la muerte como a otros muchos que se encuentran en esa situación. Hay otros dictadores que por la lentitud de la justicia murieron sin ser juzgados, como Augusto Pinochet o como los responsables de la represión franquista. Una vez más, Argentina ha hecho historia con esto.

La única causa abierta que queda sobre los crímenes del  franquismo es en Argentina. ¿Cuál es la relevancia de esta causa?

Muchísima, justamente porque es el único reducto de la justicia penal que está abierto ahora mismo en el mundo. En España no existe esa posibilidad. Vamos a intentar hacer las reclamaciones por otras vías, pero la penal por el momento está agotada pero no es definitivo.

¿Cuál es la importancia de seguir luchando por la verdad aunque muchas veces ya no se pueda hacer justicia?

Es fundamental. Las victimas necesitan la verdad,  la justicia y la reparación. Pero si alguna de ellas falla, la que no puede fallar nunca es la verdad. La verdad necesita ser conocida por las víctimas. Porque resulta básica para todo. Porque una sociedad que se basa en la verdad es la única que realmente puede ser pacífica y en la que, eventualmente, se puede hablar de reconciliación.