“No olvidamos aquellas reuniones en la ruta y puentes, olla popular de por medio, en que el compañero Darío arengaba a todos a seguir construyendo una militancia cada vez más hermanada a favor de los más castigados por la receta neoliberal de la década perdida. Él vislumbraba que todo podía cambiar para bien” expone nuestro secretario general, Federico Martelli. Y fue así. Ellos se perdieron de presenciar en vida esta década ganada, pero sin lugar a dudas, son sus banderas las que hicieron posible la conformación de una militancia que trabaja mancomunadamente por las transformaciones del pueblo. Por una mejor distribución de la riqueza con más inclusión, para que a nadie le falte esa chispa de garra por querer superarse y sentirse digno.
Pensar que la misma prensa amarillista y corporativa de hoy, 11 años atrás los mostraba como víctimas de la crisis. No olvidemos, tengamos presente que los formadores de opinión siguen siendo los mismos, Julio Blanck sigue inamovible en su editorial y jugando al pinocho desde la maquinaria antidemocrática de Magnetto, la misma que censura la Ley de medios y la ley por la democratización de la justicia.
Tengamos memoria y analicemos que sin su lucha y entrega, la militancia que hoy recorre los barrios, tuvo dos militantes de la resistencia que se la jugaron de verdad, hasta el punto de sacrificar sus vidas.
Darío y Maxi más presentes que nunca en todos los que conformamos el MUP y la militancia Unida y Organizada.