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I. Izquierdas y derechas – II. El liberalismo y la Iglesia – III. El Imperialismo – IV.Progreso y antiprogreso liberal – V. La Argentina actual.
Ya debemos señalar, y el hecho es de vital importancia, que aquí en América Hispánica el liberalismo penetró más que como una ideología progresista como reflejo residual de la Europa colonizadora, un medio de opresión y dominio envasado tras el rótulo de libertad, democracia, progreso, derechos humanos, etc.
La historiografía oficial, desde Mitre en adelante, no ha sido más que la idealización de la oligarquía por si partiquinos universitarios, y en lo esencial, herramientas de la voluntad dominadora extranjera empeñada en quebrar todo espíritu nacional, mediante el ocultamiento de la verdad histórica.
II
Si el liberalismo en su ascenso, necesitó ya en el siglo XVIII, de la libertad burguesa a fin de resistir el autoritarismo de la Iglesia, es natural que haya creído, y no sin razón, en la libertad.
Estos valores liberales (libertades políticas, de conciencia, de pensamiento, de comercio( contenían los gérmenes de la decadencia del sistema en su conjunto. Las clases sociales víctimas de esas libertades, encontraron en su ejercicio político, el instrumento activo para atacarlas, revisarlas, criticarlas, negarlas. Las ideas democráticas se volvieron contra su creadora histórica, la burguesía, que ahora, dentro de la cruda realidad del capitalismo, debía soportar la crítica sobre su función histórica de clase.
La misma Iglesia no podía escapar al proceso histórico. Enemiga del liberalismo en tanto ligada al orden feudal de la nobleza, apeló a la burguesía para subsistir. Y su tesis religiosa de la libertad de la persona humana no fue más que una variante, un ajuste teológico, al liberalismo victorioso.
La Iglesia Católica y el liberalismo, formaron un compromiso hipócrita. La solución política, luego de la lucha liberal contra el absolutismo monárquico, fue el término medio de la monarquía constitucional, sistema a través del cual la burguesía ingresaba al conservatismo santificado por la Biblia. En este período muchos católicos se hicieron liberales y a su vez, estos reconocieron las tradiciones religiosas como cemento del orden social.
Liberalismo y catolicismo, más allá de circunstanciales disputas, han marchado unidos frente a la amenaza revolucionaria de las clases bajas.
Este liberalismo, , como fenómeno histórico general, fue fecundo y además revolucionario, aunque llevaba en sus entrañas las semillas de la reacción.
La predicción de Marx sobre la incapacidad del capitalismo para controlar las fuerzas que había desanudado y que condenaban al liberalismo en un determinado momento de su desarrollo histórico, a echar por la borda una libertad que al transfigurarse en lucha de clases no solo negaba, en su antinomia viviente, el concepto mismo de esa libertad, sino que anunciaba su anulación real por el despotismo, revelando simultáneamente, a los idealistas eternos, la contradicción interna del concepto puro, reflejo político de una vida histórica desgarrada en su esencia. Cuando el libre cambio mercantil encontró en Bismark (Alemania) el competidor más peligroso, los liberales abandonaron la libertad a los profesores de filosofía. Es decir, la mandaron de paseo.
Por su parte, la Iglesia, mantuvo rasgo más ostensible, que ha residido y reside, en pactar con los poderes temporales dominantes.
El marxismo niega del liberalismo no su pujanza revolucionaria gigantesca, sino su putrefacción histórica. Es cierto que tanto el marxismo como la actual doctrina social de la Iglesia, son formaciones históricas derivadas del liberalismo. Pero mientras el espíritu conservador intenta mantener con retoques ese mundo, el marxismo busca destruirlo, sin dejar de aprovechar lo que el liberalismo ha significado como progreso irreversible en relación al desarrollo de las conquistas materiales útiles a la humanidad. Esta confusión, no puede extrañar. Está determinada ella misma por las ideologías en pugna. La historia es un enjuiciamiento incesante y no un conjunto de estampas iluminadas. En forma expresa, el marxismo se opone a la libertad burguesa, pero no porque desee perfeccionarla sino para aniquilarla, en tanto el reaccionario se opone a esa libertad del liberallismo para salvarse como burgués, no como revolucionario. De ahí que grupos enemigos, no de la libertad burguesa, sino de toda libertad frente a las clases bajas, se presenten como reformistas o revolucionarios. Tal fue el caso del fascismo. ¿En qué consistía esta revolución? "La Nación italiana –dice la Carta Italiana del Trabajo- es una organización con finalidades, vida y medios superiores a la acción de los individuos que la componen. Es una unidad moral, política y económica íntegramente realizada por el Estado fascista". Es evidente que semejante programa, no podía desagradar a la Iglesia, menos al liberalismo, que si enfrentó al fascismo no fue por cuestiones éticas, sino por las imposiciones del reparto del mundo planteadas por la guerra imperialista en su forma más sanguinaria. Así como del racionalismo del siglo XVIII devino la Revolución Francesa, su forma jacobina, el liberalismo ha promovido, no sólo el espíritu revolucionario de los trabajadores de Europa sino el levantamiento de los continentes coloniales enteros. Esta antítesis radical, niega toda comunidad ideológica entre el liberalismo y el marxismo. Fue Marx quien enfiló contra el liberalismo su crítica lapidaria. No la Iglesia.
III
El resultado de la imposición dictatorial de los precios, la liquidación de toda competencia, el dominio omnímodo de los mercados en su más alta expresión técnica, no sólo mediante el agrupamiento de empresas intercomplementadas, sino con la creación de redes comerciales subsidiarias, bancos, sistemas de seguros, transportes, etc. En el siglo XX el comercio exterior, y en consecuencia, la economía interna de un país, están totalmente recogidos por la organización monopólica, que es internacional y que por su extrema condensación, puede llamarse con más propiedad, oligopólica. Pero los oligopolios no suprimen la lucha económica, fundamento residual de la economía capitalista basada en la ganancia. Al contrrio, se hace más despiadada. La saturación de los mercados tanto como el afán ilimitado de lucro, sobre la base de los precios más bajos, siempre asociados al adelanto técnico, desata una lucha indetenible.
El poder económico acopia su propio poder político y cultural. El Estado es la forma abstracta, en tanto el Estado mismo es el sistema, su reflejo ideal, que se convierte en fuerza real, en guerras. La exportación de capitales es propio de los países con su economía interna sobresaturada. La onda expansiva se extiende a aquellas zonas geográficas donde la materia prima y la mano de obra son baratas, y por tanto, favorables a una explotación intensiva con ganancias seguras a costa de la miseria de millones de seres.
Los monopopios internacionales, al comprar las materias primas de las colonias, dictan los precios más bajos, y a su vez, con relación a los propios productos industriales fabricados con esas materias primas, los más elevados. De este modo las colonias con sus sistemas de monocultivo, no pueden superar el nivel de miseria impuesto por el imperialismo.
El levantamiento de los puebles carece hoy de fronteras. La internacionalización de la economía internacionaliza las luchas nacionales. Y estas luchas, aunque formalmente sean nacionales en sus contenidos particulares, son mundiales por sus fines. Tal lucha se cumple en dos frentes, contra el imperialismo en general y contra las oligarquías nativas opresoras ligadas al imperialismo en particular. Clases nativas económicamente dependientes y culturalmente corrompidas por el colosal aparato ideológico de los monopolios mundiales. Esta política imperialista en los países coloniales, se vale de las ganancias residuales del sistema para plegar a su órbita, no sólo a las oligarquías vernáculas, sino a determinados sectores de la clase media, especialmente la pequeña burguesa comercial e intelectual (periodistas, profesores, etc)
La conciencia antinacional de estos grupos es alimentada con las migajas repartidas por el sistema mundial de poder. Así, los partidos de izquierda pasan a integrar el sistema, a través de sus intelectuales, y detrás de su algazara progresista, son en realidad, brotes degenerados del liberalismo.
La lucha por la liberación nacional en estos países, se asocia siempre a la lucha por la industrialización. Este conjunto de causas interrelacionadas agudiza el antagonismo entre las oligarquías agrarias y la naciente burguesía industrial.
La radicación de maquinarias, a su vez, desata el interés imperialista al acecho por controlar los nuevos mercados coloniales en expansión relativa y la lucha por dominar las líneas de la industrialización en un doble sentido: mediante el abastecimiento del mercado interno con nuevas plantas industriales, manteniendo al mismo tiempo a esos países, en las condiciones de zonas productoras de materias primas (nota: división internacional del trabajo).
Por su parte, la lucha de las masas contra sus enemigos internos y externos, sólo puede resolverse mediante el establecimiento de regímenes autoritarios, con el control de las exportaciones y medios de propaganda, con el apoyo estatal al movimiento popular y la participación del Ejército, en esta política nacional defentista. Tal es el caso de Nasser en Egipto, con su antecedente el gobierno de Perón en la Argentina. El capitalismo nacional, aún débil, en una etapa de la lucha por la liberación, debe ser apuntalado por el capitalismo de Estado y la política de nacionalizaciones, único medio de protección para las todavía endebles estructuras económicas locales. Frente al capitalismo monopolista internacional, la sola valla es el monopolio estatal, que además contribuye al disloque del mercado capitalista mundial al sustraer zonas de influencia a la explotación internacional de las grandes potencias. El caso de Fidel Castro en Cuba, no hace más que repetir en un país del caribe, las experiencias nacionales de este tipo representadas por Perón en la Argentina y Nasser en Egipto.
La ilusión de que el imperialismo puede "humanizarse" y contribuir al progreso de determinadas colonias, la política del "buen vecino" del "buen socio", etc., creencia comín a determinados sectores de la pequeñoburguesía, es un embaucamiento controlado por la propaganda, pues como decía Marx: "Los límites del capitalismo están dados por el propio capitalismo". Esta tendencia a idealizar al imperialismo, de entenderlo como filantropía, es propia de la intelectualidad pequeño burguesa, especialmente la universitaria.
IV
Decía Lenin: "La desesperación es propia de las clases que perecen". Cristina de Suecia –una reina- lo vio con realismo: "Hay que temerles a los que nada tienen que perder si tienen corazón".
V
La formación de la conciencia nacional está estrechamente vinculada a esta evidencia posterior a 1930. en esa década nace la conciencia histórica de los argentinos. Cuando un país no ha logrado aún su autodeterminación nacional, pero está conciente de su necesidad, asiste al despliegue conjunto de sus fuerzas espirituales. Este hecho es la resultante de una realidad material: la opresión imperialista, con su reverso, la lucha por la liberación nacional.
Treitschke dijo: "Lo más grande que le puede acontecer al hombre, es sin duda, defender en su propia causa la causa general.
Comprender el pasado es tomar conciencia del porvenir. El peronismo o el antiperonismo en la Argentina existían antes de Perón (nota: los dos países en pugna desde 1810, el librecambista portuario, y el proyecto nacional). El saladero dio una sociedad de hacendados y gauchos, la chacra una sociedad agraria e industrial incipiente, la industria moderna una Argentina revolucionaria, conciente de sus fines, pese a los parciales eclipses provocados por las fuerzas que resisten al desarrollo nacional. La conciencia nacional es la lucha del pueblo argentino por su liberación.
VI
El 17 de octubre de 1945 quedará en la historia de la Argentina como una fecha cumbre. Terminaba una época de humillación y advenía la Nación frente al mundo.
El fracaso de la democracia liberal, el fraude de la oligarquía, la entrega del país al imperialismo británico, crearon el sentimiento en la oficialidad argentina de la independencia económica.
Correspondió a Perón unir al Ejército con el pueblo. La síntesis significó que por primera vez en la historia argentina, fue posible sacudir el yugo del coloniaje.
El imperialismo angloyanqui se ha repartido la Argentina desde Salta a Tierra del Fuego. Y así, la Argentina, soberana ayer, es hoy mercado africano y zona de reserva militar, el Medio Oriente de América Latina.
OLIGARQUÍA E INMIGRACIÓN EN LA ARGENTINA
La oligarquía existe. Ha ensangrentado el país y está dispuesta a ensangrentarlo nuevamente.
En 1774, sobre 6.083 habitantes censados durante las campañas, 186 eran propietarios de tierras. En Buenos Aires, con una población de 10.000 habitantes, había 141 propietarios. El decreto del 17 de abril d e1822 decía: "Las propiedades del Estado son no sólo para garantizar la deuda pública (contraída con Inglaterra con el empréstito Baring) sino para hacerse de recursos extraordinarios". Los apellidos actuales de la oligarquía figuran entre los primeros beneficiarios de la ley de enfiteusis de Rivadavia. Rosas continuó el reparto, en gran parte gratuito de tierras públicas. En tal sentido tenía razón Sarmiento:
"¿Quién era Rosas? Un propietario de Tierras. ¿Qué acumuló? Tierras. ¿Qué dio a sus sostenedores? Tierras. ¿Qué quitó y confiscó a sus adversarios? Tierras".
Pero una verdad parcial es casi una mentira. Y Sarmiento es el menos veraz de los testigos de la época. Por eso la oligarquía lo ha convertido en mito.
El reparto de las tierras públicas de la provincia de Buenos Aires se aceleró entre 1854 y 1864, después de la caída de Rosas. Con el pretexto de investigar las adjudicaciones hechas por Rosas, las tierras fueron confiscadas, vendidas o arrendadas y las donaciones de Rosas se convirtieron en las de los unitarios triunfantes. En 1857 los rivadavianos subsistentes liquidan el régimen enfitéutico, ya fantasmagórico, supliéndolo por la ley de arriendos. El gobierno, convertido en propietario y especulador, repartió entre sus adictos fabulosas extensiones, al mism tiempo que serían a la clase propietaria para financiar la guerra política contra el interior y arruinarlo por el régimen aduanero del puerto exportador, que había derogado las medidas proteccionistas de Rosas. La clase terrateniente, en su forma actual, está ya establecida en 1869 al afirmarse el sistema de la tierra protegido por la Constitución de 1853. intentos de colonización con criollos, como el de 1857 recordados por Rafael Hernández, fueron casi aislados que la clase de los hacendados se cuidó muy bien de fomentar, con rígido espíritu de clase. En 1882 grandes compañías inglesas favorecidas por la ley, se posesionaron de la Patagonia. En 1878, aseguradas por Roca las fronteras contra el indio, se enajenaron tierras por millones de hectáreas en Córdoba, Mendoza, Buenos Aires. Más de 3 millones de hectáreas se repartieron entre pocas personas. La ley Avellaneda de colonización fue manejada a su antojo por empresas y sociedades capitalistas extranjeras, especuladores particulares y usureros. En las proximidades de 1890 las mejores tierras han sido cedidas ya a bajo precio. El final de remate se consumó con Roca, transformado él mismo en estanciero. El país creaba sus propios políticos de transición que habrían de ligar los intereses del interior y los de Buenos Aires hasta entonces segregados. El gobierno nacional., en 1880, había donado al provinciano Roca 20 leguas cuadradas de tierra. Tal misión consolidó el poder político de la clase terrateniente.
En 1912 al fallecer Roca, dejó una fortuna de más de 16 millones de pesos que en moneda actual (1960) sería cerca de 400 millones. La fortuna de la oligarquía explica su poderío. En 1926 los bienes de Mercedes Castellanos de Anchorena ascendían a $ 67.552.752, unos 1.500 millones de moneda de 1960.
Todos los gobiernos posteriores a Rosas, hasta el ascenso de Yrigoyen que también era estanciero, continuaron esta política. En 1914, en la zona de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, el 63% de las tierras en explotación (41.216.739 millones de hectáreas) pertenecían al 6% del total censado, es decir, estaban repartidas en 10.056 explotaciones. Los campos mayores de 5.000 hectáreas que representan cerca del 70% pertenecían a 2.447 propietario.
Mil personas eran dueñas en 1930 de la tercera parte de la provincia de Buenos Aires, o sea, 100.000 km cuadrados .
EL ESPÍRITU DE LA OLIGARQUÍA
Esta conciencia de clase de la oligarquía se fortalece a través de entrecruzamientos diversos, en los "night clubs", en los partidos de polo, en la Sociedad Rural, en la banca, mediante el entretejimiento racional y calculado de los contratos matrimoniales que concentran en pocas mano, siempre las mismas, mediante los latifundios interpretados familiar y jurídicamente por la fusión de los apellidos, su poder material sobre el país. El sentimientos de un entronque familiar con el pasado, se asocia en la gente de la oligarquía, a la certeza de una situación económica elevada, legítima y dada en el orden natural de las cosas que a su vez, justifica como superioridad innata del espíritu, el ejercicio del poder político. El grupo dirigente no favorece la apertura de sus cuadros a miembros de otros estratos sociales, aunque en períodos de crisis económica, tiende a franquear sus fronteras de clase a los individuos prominentes de la burguesía industrial en ascenso.
La imagen material de este prestigio de clase se identifica en sus integrantes, con la condición de estancieros. La estancia es el basamento de su dominio a través de la visión idealizada del campo, que para la clase oligárquica clausurada en su propio destino sociológico, es la base tanto de su riqueza material como de la importancia de la Argentina en el mundo. Sólo las tareas del campo –la posesión de la tierra hipostasiada en valoraciones espirituales- implica distinción. Expresiones de esta nobleza son la Sociedad Rural como manifestación de bienestar en los negocios, y en el Jockey Club, correlato para sus miembros de elegancia mundana y similar filiación política. El ideal de vida es el reclutamiento de las amistades dentro de la misma clase sobre la norma selectiva de un parecido status económico. Los deportes que integran a la clase alta son aquellos difundidos por EE. UU. e Inglaterra y cuyo costo los hace inalcanzables al resto de la población. Los hijos de la oligarquía estudian con preferencia derecho, preparándose así para la conducción política del país conservador. Están convencidos los miembros de esta clase de su superioridad espiritual y de sangre, a pesar de que su nivel cultural, en general es bajo. Tienen además el sentimiento disgustado del crecimiento del país y de la presencia de nuevas clases de origen europeo que amenazan su dominio político. Como toda casta conservadora en descenso, en medio de sus mitos liberales calcinados, se aferra a una imagen histórica del país convertida en categoría inmóvil del ser en general. Y así, , de su propia situación de clase, deriva una visión de lo nacional que no existe fuera de esa psicología de clase estéril, adinerada y ociosa. Chateaubriand ha reparado con exactitud que: "La aristocracia tiene tres edades: la edad de alas superioridades, la edad de los privilegios y la edad de las vanidades". En su decadencia, la oligarquía argentina no posee ya más que el usufructo del privilegio y el boato exterior de sus fiestas nupciales y automóviles americanos. Una vanidad así no puede durar. Por eso la oligarquía tiene miedo.
LA HISTORIA DE LA OLIGARQUÍA
Este espíritu de clase se apoya en todo un sistema ideológico. Ritual por los héroes del a historia – que ellos mismo han escrito- el mismo deslumbramiento por Europa, propio de los bárbaros culturales, convencida de sus másmoles sagrados; unifica también su añoranza del pasado y ese temblor ante el presente representado por el espectro colectivo y sangriento de las montoneras, redivivo en los "cabecitas negras" y por el advenedizo industrial, hijo remoto de la inmigración que ella trajo. La burguesía nacional, la amenaza con desplazarla del mando (nota: ver esto en el marco de un país industrializado durante el peronismo); las calumnias con que esta población es presentada por una historia oficial escrita por uno de los suyos: Bartolomé Mitre. Este odio al pueblo, al que Sarmiento ayudó a difundir, se cuida de citar otros testigos de la época.
Las montoneras, es decir, sobre la "barbarie" intentada por Samiento. Esas masas luchaban por su causa nacional. De otro modo sería imposible explicar la constancia y bravura con que durante años sostuvieron la guerra. José Hernández, silenciado por la oligarquía, diría de esa misma raza difamada por el odio de clases: "El general Peñalosa ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad de su causa, el Viriato argentino, ante cuyo prestigio se estrellaban las huestes conquistadoras, acababa de ser cosido a puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba de buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento". Esta oligarquía se apoya cada vez más no en el país, sino en centros focales y lejanos de poder mundial de los cuales depende su supervivencia. La clase ociosa se sabe foránea en su propia patria. Trata por eso de abolir toda originalidad nacional negando lo colectivo, descastanto a las capas sociales inferiores mediante el sistema educativo.
LA BARBARIE DELA OLIGARQUÍA
Esta clase, extranjera por su mentalidad, dependen del imperialismo. Sin mediar una guerra civil, ha bombardeado a su propio pueblo y festejando su crimen como otro fasto triunfal de la "civilización" contra la "barbarie".
La oligarquía, en esa espesa red de intereses burocráticos, internacionales, no aparece en primer plano. El secreto de su poder es que es un poder secreto. Empapa con él a todo el país. Desde la mentalidad de la maestra rural que enseña a los niños criollos la historia de esa oligarquía que exterminó a sus antepasados, pasando por Bernardo Houssay que acorazado con su Premio Nobel niega a jóvenes argentinos el derecho a recibirse de médicos, hasta el presidente del Banco Central, faraón mudo de una pirámide cuya base es el tambo y su vértice la Constitución de 1853. la oligarquía, por ejemplo, no aparece como tal en la Universidad, sino mediante profesores que depende de ella por sus actividades profesionales (abogados de empresas extranjeras, médicos, etc. – o como colaboradores de sus salas de conferencias distribuidoras de una fama dirigida, no simplemente como burócratas. No le interesa a la oligarquía que tales profesores se califiquen de "izquierdistas" sino que esas ideas de izquierda den la sensación de liberalidad espiritual. Un profesor, por ejemplo, podrá mentar en abstracto la palabra "imperialismo". Esto le dará aires de librepensador a gusto de los estudiantes pertenecientes en su mayoría a la pequeño burguesía, pero lo que este profesor no hará nunca será hablar del imperialismo británico en Argentina, aunque sí, con algunas frases de Lenin, del imperialismo yanqui en otras partes del mundo.
Lo que los estudiantes no deben olvidar es que sus educadores fueron educados, y el sistema que los modeló fue la oligarquía-
Lo que la clase alta odiaba de Yrigoyen o Perón no era la incultura sino el peligro de la democratización de la cultura. Por eso luego del golpe del ’55 cantaban por las calles: "Con Rojas y Aramburu, el país está seguro".
También su admiración por Sarmiento, el bárbaro culto cuyos consejos conserva vivos en su memoria de clase: "Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos" o "Debe manifestarse un brazo de hierro y no tenerse en consideración con nadie". O mejor aún: "Todos los medios son buenos y deben emplearse sin vacilación". Por eso la oligarquía admira a Sarmiento.
Así es que Inglaterra ha protegido su propio comercio de exportación y exigido a las colonias de ultramar trato preferencial para sus productos industriales. De todos los arcos políticos ingleses, han seguido respecto a las colonias, una política invariable. Esta política no se ha fundado en razones éticas. Todos los medios son buenos para favorecer el interés nacional.
LA DEFORMACIÓN DE LOS HÉROES
El argumento de que la oligarquía liberal, abanderada durante el siglo XIX del "progreso" no podía vislumbrar por anticipado las consecuencias de su imprevisión frente al extranjero, no es defendible. Estados Unidos supo anticiparse a ese peligro. El entreguismo de la oligarquía no fue un simple error. Fue el coronamiento político y cultural de sus intereses de clase asociados, por encima del país, a su subordinación al mercado internacional. La obra maestra de la oligarquía, a fin de justificar esta política, ha sido su historia oficial. Ha inventado figuras, las ha iluminado u oscurecido, las ha exaltado o las ha deshonrado. Cuando no ha podido enterrar a determinados argentinos, sin entronque de clase con ella, , la oligarquía, a través de sus historiadores asalariados, ha creado maniquíes en lugar de hombres. Tal es el caso de Mariano Moreno (nota: San Martín, libertador de la Patria Grande, en los últimos años ha sido cuestionado como probritánico y otras yerbas).
Moreno proponía el dirigismo económico del Estado y el monopolio total de las riquezas del subsuelo, además de la prohibición de que el capitalismo extranjero se apropiase de esas riquezas. Era partidario de apoyarse en Inglaterra. Consistía en enemistar a Gran Bretaña con Portugal. Es decir, Moreno individualizaba con claridad al Brasil, que en décadas sucesivas Inglaterra volcaría contra la Argentina. Moreno comprendía bien el peligro del mercantilismo extranjero: "Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar sino en sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse".
LA INMIGRACIÓN: SU CARÁCTER COMPLEJO
La Constitución de 1853 contenía las más completas declaraciones que se hayan escrito en legislación alguna, particularmente sobre la inmigración. Por la Constitución se concedieron mayores ventajas a los extranjeros que a los nativos, con la vidente finalidad de excluir a la población autóctona en la que palpitaba aún el espíritu nacional oprimido por los ejércitos regulares de Buenos Aires.
Entre 1853 y 1930 ingresaron al país seis millones de extranjeros. Se ha dicho con potencia de mito que en la Argentina sobran tierra. Y se olvida que en el siglo XIX esas tierras tenían propietarios.
CENSO E INTERPRETACIÓN CIENTÍFICA
El censo de 1914 establece una proporción del 70% de los argentinos y el 29.9% de extranjeros. Pero no debe olvidarse que un gran sector de esa población argentina pertenece a la primera generación inmigratoria y étnica y sigue siendo parcialmente extranjera.
Distinta es la situación de 1947, época del segundo censo nacional. El 84% de la población es argentina y el 15.3% extranjera.
De la inmigración venida entre 1857 y 1950, 1.774.178 fueron italianos que se distribuyeron particularmente en el campo. Sobre todo en Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, zonas aptas para la agricultura. El mayor coeficiente de fecundidad corresponde también a los italianos. En el orden económico este aporte fue efectivo. Los españoles, entre 1857 y 1950, aportaron 1.251.336 inmigrantes, pero salvo los vascos, más que en las tareas agrícolas se reparten en el comercio, por lo general como dependientes en los negocios minoristas y en el servicio doméstico. La inmigración francesa, prácticamente fue detenida a fines del siglo XIX y aporto unos 100 mil individuos. Hasta fines de 1950 entraron al país 71.847 alemanes en su mayor parte dedicados a la industria. Franceses y alemanes han permanecido como poblaciones marginales y en tal sentido, su aporte cultural ha sido neutro como negativo. La inmigración inglesa, de alto nivel económica, integrada por funcionarios del aparato imperialista como en la India y otras colonias, ha jugado un papel de extrañamiento total frente al país, aunque sus costumbres deportivas, formas y técnicas ambientales de la vida hogareña, etc., han influido por imitación en las clases altas y media acomodada pero no en medida notable. La influencia, más bien invisible de la inmigración anglosajona se ejerce desde la banca privada y el comercio de importación y exportación, y en particular, a través de asociaciones de cultura inglesa. Edward Bridges, presidente del British Council, en noticia aparecida en el diario La Nación, dijo: "El número de entidades argentinas de este tipo superan al de las que existen en toda América Latina y la Asociación Argentina de Cutura Inglesa es la más grande del mundo (31/01/60). La inmigración inglesa no es estable sino móvil, o sea integrada por grupos de viajeros ligados a intereses británicos en la Argentina. La inmigración inglesa, mediante el control cultural de diarios, publicaciones diversas, escritos en inglés y castellano, cumple una función velada o abiertamente antinacional. Los descendientes de estos grupos, cuando se afincan en el país, reciben una hermética formación británica, es decir, antiargentina, en establecimientos educativos propios. También la influencia inglesa se difunde mediante la enseñanza del inglés estimulada por aspiraciones de empleos, a través de institutos y academias, en ocasiones, vinculados a las embajadas, y gravita sobre grupos locales de la clase media urbana que incluso por la vía del cine y la propaganda admira y copia formas deportivas, musicales, etc., británicas y estadounidenses.
Por su parte, la inmigración judía en la Argentina es de las mayores del mundo. Proporcionalmente mayor quizás, en nuestros días, a la colectividad hebréa en Estados Unidos. Se calcula que esta población oscila entre 450.000 y 750.000 (nota: tener en cuenta de que el libro es de 1960) judíos. La mayor parte radicada en Capital Federal. Ligados al comercio, a las finanzas, a la industria en sus diversos niveles económicos, a la construcción, al libro, al periodismo, a la Universidad, a las actividades artísticas y a las profesiones liberales, su influencia financiera y política está conectada a focos internacionales de propaganda y control culturales.
La intelectualidad de izquierda cuenta no sólo con fuerte apoyo judío, sino que, en cuanto capa sociológica, está integrada por individuos de este origen en fuerte relación numérica. A su vez, el poder económico internacional del judaísmo vincula a estos grupos étnicos en forma poco visible pero real y organizada en escala mundial al imperialismo, particularmente norteamericano, del cual el sionismo no es más que una variante con su foco en Israel. Sin embargo, importantes sectores de la pequeño burguesía judía, tienden a la asimilación cultural, fenómeno relacionado con la transformación económica del país, que ha convertido al comerciante intermediario en industrial.
LA INMIGRACIÓN MÁS RECIENTE
Antes DE 1940 las estadísticas militares arrojaban cifras pavorosas. En algunas provincias, casi el 50% de la población nativa era físicamente inepta para defender a la patria. Las enfermedades infecto contagiosas y endémicas –escrófula, paludismo, tuberculosis, sífilis- sobre el cuadro general de desnutrición hacían estragos. La natalidad que era de 129.10 por mil mostraba el polo macabro de una mortalidad del 106.6 por mil. Chile a la vanguardia de niños muertos en América Latina, el 251 por mil. En tanto Nueva Zelanda, llamada "el paraíso de las madres y los niños" arrojaba una mortalidad infantil de sólo el 3.7%. con posterioridad a 1945 estas cifras sufrieron en la Argentina una disminución asombrosa, y después de 1955 (Golpe de Estado), junto con el descenso del nivel de vida, han vuelto a crecer en forma alarmante y constante. Respecto a esta cuestión conviene señalar las líneas de correlación estadísticas entre el fenómeno demográfico y el estado de la economía, observables desde la gran depresión mundial de 1929. El aumento anual por cada mil habitantes decrece y vuelve a aumentar en la siguiente proporción:
1929 25.8
1930 24.7
1931 18.7
1932 17.7
1933 15.7
1934 15.2
1935 14.7
1936 15.8
1937 16.3
1938 15.7
1939 14.0
1940 14.9
1941 14.9
1942 14.7
1943 14.8
1944 15.06
1945 15.2 (Año de estímulo a los salarios y la economía)
1946 15.4
1947 18.0
1948 24.4 (Una de las cifras más altas desde 1910)
1949 25.3
1950 24.2
1951 23.0 (Años de sequía)
1952 19.4
El censo de 1914 muestra que el 47.3% de la población vivía de las tareas del campo con niveles de vida cercanos a la pauperización. En 1955, esta proporción había disminuido al 27%, por el formidable desarrollo de la clase obrera en la Argentina, totalmente independiente de la acción de partidos políticos de izquierda anquilosados en la estrecha visión de la provincia de Buenos Aires y la ciudad puerto extranjerizante y económica y culturalmente segregada del país.
LA EXPERIENCIA EN OTROS PAISES
Rara vez fueron los inmigrantes capaces de alterar fundamentalmente el sistema social existente o los modos de vida. Después de 1930 determinó a los "democráticos" estadounidenses ponerle trabas a la inmigración (nota: la oligarquía nacional mantenía su status. A diferencia de lo que aconteció en EE.UU., en la Argentina los hijos extranjeros no han encontrado vallas para adquirir una instrucción superior. Con posterioridad a la primera guerra mundial, fuertes tendencias nacionalistas determinaron en los EE.UU. restricciones legales no sólo a la inmigración, sino al ingreso del inmigrante de cultura superior. La democracia norteamericana cambia su política cuando el interés nacional lo exige. Oscar y Mari Handlin escriben: "Vinieron a agravar esas dificultades las leyes restrictivas que prohibían el ejercicio de ciertas profesiones a quienes no fueran ciudadanos del país. En 98 estados no se permitía a los extranjeros ejercer la abogacía, en 28 no se les autorizaba la práctica de la medicina".
La inmigración inglesa en Australia, Canadá, etc., ha sido siempre bien recibida, sin trabas culturales. Los inmigrantes ingleses han fortalecido las culturas locales, luego de asimilarse a ellas sin esfuerzo, a través de lazos históricos y espirituales con el sistema imperial. Hecho probatorio de que la comunidad originaria de lengua y cultura es la base real del papel negativo o positivo de la inmigración.
También Brasil ha tenido conciencia del papel cultural negativo de la inmigración. A diferencia de la Argentina, Brasil ha procedido con criterio nacional. Después de 1930, junto con la supresión de la enseñanza de lenguas extranjeras en defensa del acervo histórico y cultural de la Nación en su relación con la cultura portuguesa, el interés a contribuido de un modo efectivo al fortalecimiento de la conciencia nacional.
En la Argentina, toda política de este tipo es atacada por la intelectualidad extranjerizante y "progresista", como "nacionalista" o "fascista", sin comprender que tal actitud, la coloca en la condición de instrumento de la clase oligárquica antinacional empeñada en desarmar, mediante el debilitamiento de la cultura colectiva, la conciencia nacional de convivencia con el imperialismo.
EL SENTIDO REAL DE LA INMIGRACIÓN
La inmigración debe valorarse en sus diversas etapas históricas. Durante el siglo XIX fue beneficiosa como hecho demográfico y económico, pero su asimilación al país y aporte cultural fueron negativos en tanto resistencia a la cultura nativa más antigua. Han sido los inmigrantes transmisores, no creadores de cultura.
El hecho de que los descendientes habiten el país desde hace más de ochenta años, no implica que el contexto familiar extranjero de los progenitores haya desaparecido enteramente. Millones de descendientes, particularmente de italianos, siguen pensando bajo la constelación espiritual de los padres, que son asimismo argentinos, pero educados y asilados por sus abuelos. Los inmigrantes originarios, contratados por la oligarquía como arrendatarios, fueron conservadores y ahorrativos, hostiles al cambio social o indiferentes frente a la situación de la población local vencida, a la que también explotaron y consideraron, al igual que la oligarquía, étnicamente inferior. La mano de obra barata aplicada a la estructura agrario-ganadera del país, siguió a cargo de los grupos criollos oprimidos por la clase terrateniente
Los conflictos psíquicos de los descendientes de inmigrantes se han atenuado sin duda, pero grandes sectores de la población, sobre todo en el campo, siguen convencidos que representan a la "civilización europea". Tal actitud irracional los lleva a distanciarse de la población autóctona. La inmigración en la Argentina viene de núcleos rurales europeos pauperizados.
Esa inmigración italiana y española, en su casi totalidad analfabeta, es sin embargo, contra otro prejuicio que confunde cultura con alfabetización, enérgica y capacitada vitalmente. Quizá lo mejor de España e Italia. Hombres y mujeres decididos, con espíritu e iniciativa, sin deseos de retornar a la miseria del país de origen, a la triste ciudad natal, aunque añoren en el recuerdo a la patria de origen.
EL PODER DE LA CULTURA NACIONAL
El inmigrante divinizado fue parte de la negación de ese país verdadero por la clase terrateniente. Sarmiento lo confesó con esa franqueza que brusca, "ahogar a la chusma criolla, inepta, incivil y ruda que nos sale al paso a cada instante. Sarmiento, viejo, reconocerá finalmente que la conciencia nacional no penetraba en Buenos Aires, "donde no está la Nación porque es una provincia de extranjeros". Así refutaba el concepto de barbarie que había difundido, cuando en si senectud comprobó los resultados de ese europeísmo sin linaje en la tierra.
Es el mismo Sarmiento, vedado por la oligarquía, autor de esta carta a Avellaneda con referencia a Juan Manuel de Rosas: "Necesito y espero de su bondad, una colección de los tratados argentinos hechos en tiempos de Rosas, en que están los tratados federales, que los unitarios han suprimido después con aquella habilidad con que sabemos rehacer la historia". Estos aspectos de Sarmiento conviene difundirlos para hacer conciencia de cómo mentía y de cómo esas mentiras sarmentinas se hicieron lugares comunes en la historia argentina. Es el mismo Sarmiento que en carta del 1º de enero de 1869, le dice al embajador de EE.UU. sobre la guerra del Paraguay –conflicto que aún nos debe cubrir de vergüenza-: "La guerra está concluida aunque aquel bruto tiene más de doscientas piezas de artillería y 2.000 perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros caballos. Ni a compasión mueve aquel pueblo, rebaño de lobos. Sólo que la mayor parte son niños de diez a doce años, armados de lanza a su talla, para formar línea. ¿Se imaginan los horrores de estos combates, en que soldados argentinos y brasileños en el calor de la refriega caen sobre esta fila de chicuelos?". Así fue exterminado el Paraguay, en su tiempo, el país más avanzado de la América Hispánica, y así infamado Francisco Solano López, una de las más grandes figuras de la historia americana.
EL SISTEMA EDUCATIVO DE LA OLIGARQUÍA
La educación impuesta a un país depende: 1º) Del ideal de vida de la clase dominante. 2º) De las generaciones intelectuales que educan al servicio de esa clase.
La oligarquía liberal ha infundido a toda cultura, en el aspecto pedagógico, sus propios valores, desde 1853 en adelante. Aquí interesa una descripción del espíritu de la Universidad. La Universidad, en cuanto institución, es solidaria con las demás instituciones vigentes (económicas, jurídicas, culturales) de las cuales, la Universidad, colocada en el cruce de los círculos sociales y culturales dominantes, es mera expresión ideológica. Liberalismo y coloniaje representan en la Argentina actual, y como derivado de la invasión imperialista durante el siglo XIX, la fórmula indivisible de lo antinacional. La historia de nuestra Universidad, es por eso, la historia de nuestra oligarquía-
LA INDUCCIÓN CULTURAL SOBRE LA CLASE MEDIA
Así millones de argentinos han aceptado y aceptan, esta imagen colonizada del país clisada por los grandes diarios de la oligarquía ganadera y cuya representación psíquica comenzó a esclerosarse en la escuela primaria. Entre la clase alta que educa y las clases inferiores educadas, hay capas intermedias que sirven a esa clase. Maestros, periodistas, profesores. Por eso, el sistema educativo de la oligarquía, junto con el desentendimiento de la ciencia, ha dirigido férreamente la enseñanza de la historia, del derecho, de la literatura, materias formativas por excelencia, a los fines de afirmar y justificar ante las demás clases su dominio polítoc y petrificar culturalmente su prestigio.
De este modo, el conocimiento científico impartido en la Universidad liberal con criterio escolástico en el estricto sentido del término, se imponía a millares de argentinos, incluidos los universitarios, que terminaban por creer que ese liberalismo conservador era progresista.
Fue esa misma intelectualidad universitaria la que se mofó hasta crear un estado de conciencia público, de las experiencias encomendadas en la Argentina durante el gobierno de Perón al sabio atómico R. Ritcher. Noticias de la URSS destacan el aporte de este físico notable, cuyos conocimientos contribuyeron a la hazaña gigantesca de los satélites artificiales (nota: tampoco hay que olvidar, que el desarrollo nuclear en los años de Perón fue formidable, pese a que la oligarquía explota el fallido intento de creación de armamento atómico, aquellas investigaciones desarrollaron la medicina nuclear para tratamientos contra el cáncer y demás, por la creada en aquellos años Comisión Nacional de Energía Atómica).
LA TECNOLOGÍA DEL MONOCULTIVO
La generación intelectual de 1945 no ha conocido el poder adormecedor del embaucamiento porque justamente ese año, se quebró la hegemonía de la Argentina agropecuaria. Pero la generación del ’30 fueron frustrados y aislados por una minoría sin conciencia nacional. Por eso la Argentina no fue un país de ingenieros, de hombres de ciencia, de técnicos…
No son filósofos lo que necesita el país, sino técnicos. Ya vendrán los filósofos. Bacon, Descartes, Newton, Kant, Goethe son hijos de la Alemania de Bismark. Tendremos filósofos cuando la Argentina sea capaz de autodeterminarse con luz propia. No los tendremos mientras nuestros "humanistas" reciten a Virgilio o repitan ideas filosóficas pertenecientes a otros círculos culturales.
LA CLASE MEDIA DE ORIGEN INMIGRANTE
La dependencia material quita toda libertad y obliga a esta clase a refugiarse en un idealismo ético –el socialismo burgués, por ejemplo-. Y lo mismo pasa con la masa estudiantil que viene también de la pequeño burguesía. Amenazada como clase, sin clara conciencia por razones generacionales, de sus objetivos políticos propios, esa masa estudiantil agita ideas abstractas – democracia, libertad, cultura- y las erige en mitos éticos que encubren confusamente, a través de aproximaciones ideológicas no racionalizadas de sus aspiraciones de clase, reales, materiales, la clase obrera en lo inmediato de la vida no necesita ser educada políticamente. Su Universidad es el sindicato. Es la clase media educadora la que debe recibir educación política (nota: con la desindustrialización del país, hoy la universidad se encuentra en el campo popular, del cual debe aprender la casi extinta clase media).
Reciben en la fábrica no en la universidad su práctica. Y con la huelga y el creciente malestar revolucionario a que es condenada responde al carácter expoliador del sistema económico que sustenta tales valoraciones de clase. Aunque el nivel cultural del obrero es inferior al de la pequeño burguesía su conciencia política es en cambio superior. El sindicato es su escuela y en la apreciación global del problema nacional, es más argentina, pues ella elabora como clase productora de riqueza colectiva, y al defenderse como proletariado argentino, defiende a la Nación.
Los valores éticos que la Universidad difunde y los estudiantes de la clase media asimilan, son los siguientes: 1º) La creencia de que el título universitario es un talismán del éxito personal y una diferenciación social, una aristocracia modesta y diplomada. 2º) El sentimiento de que sólo la capacidad personal explica el éxito o el fracaso en la vida, con lo cual adopta la teoría de las clases altas sobre las diferencias naturales y jerarquizadas de la sociedad.
LAS IZQUIERDAS EN LA ARGENTINA
Debe agregarse que los primeros partidos de programa obrero –el socialismo y el comunismo- estuvieron dirigidos desde los comienzos, no por trabajadores, sino por intelectuales pequeño burgueses de Buenos Aires, extranjeros de nacimiento o por formación mental. Esta desconexión con el país, ha sido el escollo, hasta ahora insuperado por la izquierda, y ha marcado el carácter antinacional de su pensamiento.
EL PARTIDO SOCIALISTA ARGENTINO
Fue Juan B. Justo fundador del Partido Socialista en la Argentina, junto con Nicolás de Anchorena, el fundador del PS. También figuran al lado del maestro del socialismo otros apellidos de la aristocracia ganadera. Martínez de Hoz, Pereyra Iraola, etc. Antes de fundar el Partido Socialista, Justo perteneció a la Unión Cívica de la Juventud.
José Ditzgen dijo: "El más despreciable de todos los partidos es el partido del término medio. Si comparamos a ambos partidos con un cuerpo sólido y otro líquido, el término medio es un partido cenagoso.
Toda la etapa parlamentaria del PS sería, en los años de Yrigoyen, contra el partido popular gobernante. Ya muerto el "maestro" Juan B. Justo, el PS leal a sus enseñanzas, integraría en 1945 la Unión Democrática, un contubernio ideológico dictado por el imperialismo para contrarrestar la lucha por la liberación nacional en la Argentina.
SOCIALISMO ARGENTINO Y SOCIALISMO CIPAYO
La Unión General de Trabajadores (UGT) ofrecía un programa sin contenido combativo, contrario a la huelga. La lucha antiimperialista no se planteaba en ningún caso. Fue la incapacidad de la conducción del movimiento obrero de parte de los socialistas, lo que incorporó a grandes sectores del proletariado al progama nacional, avanzado para su tiempo, de H. Yrigoyen.
No fueron os socialistas los que educaron la conciencia de clase del proletariado argentino. Fue la oligarquía. Es decir, la miseria y la explotación. La oligarquía ha cumplido una gran misión educadora de masas. El socialismo cosmopolita fundó su acción en teorías importadas vinculadas a la realidad europea y no al país. Y la teoría cuando no se liga al movimiento de masas es un error no teórico sino práctico.
LA BANCARROTA DEL SOCIALISMO
La caída de Perón al mostrar al desnudo la función colonial del socialismo ha terminado por dividirlo. Hoy marcha a la deriva de sus propios errores y sus figuras creyeron en ellas. En 1955, como en 1930, el socialismo fue aliado y cómplice de la oligarquía. Hay una estricta relación casual entre la presencia de Alfredo Palacios y Américo Ghioldi, por ejemplo, durante la Revolución Libertadora, y la de Lonardi y Raúl Prebisch. Fuen con esta mezcla de la cruz y el progreso que se desorientó a vastos sectores de la clase media.
Esta clase media es clientela del socialismo, cuyo moralismo perfuma desde la izquierda abstracta la putrefacción armada de la oligarquía.
Jamás el socialismo argentino fue contra el interés británico. El socialismo, continuando a Juan B. Justo, fue adversario de las expropiaciones. Después de 1945 cuando se nacionalizaron las empresas extranjeras acusaron al Estado de "totalitario" y opresor de la persona humana. Cuando se aumentaron los salarios, se inició una política social sin antecedentes en la Argentina asociada al desarrrollo de la industria y la defensa de la soberanía nacional, se llamó a tales medidas demagógicas o fascistas. Y una vez más marchó el socialismo junto al imperialismo y junto a la clase terrateniente.
La separación del socialismo de las masas tenía necesariamente que expresarse en la indiferencia de esas masas frente a una ideología extraña que no las interpretaba.
EL SOCIALISMO Y LA SITUACIÓN MUNDIAL
El PS reflejó la gradual decadencia de todos los partidos socialistas de Europa. Después de la Primera Guerra Mundial, el socialismo de los diversos países europeos ya preparados por las tendencias reformistas de la preguerra, se apoyó cada vez más en las clases medias. La lucha de los trabajadores sindicalizados se hizo cada vez más gremial y menos revolucionaria, tal cual lo exigía la burguesía, a cambio de bancas legislativas y de ministerios tácticos ofrecidos a los socialistas (nota: toda posguerra levanta al sistema capitalista que con el correr de los años retoma su papel protagónico hasta el próximo conflicto. Los partidos socialistas de los países miembros del G7 –Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Alemania y Japón- son el ala moderada del liberalismo reaccionario).
EL MARXISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL
Es previo, saber qué sostiene el marxismo con respecto a las luchas nacionales por la liberación.
El marxismo, ni en la teoría ni en la práctica, se opone a las luchas emancipadoras de carácter nacional. Antes bien, insiste en la independencia nacional de los países coloniales y en el apoyo que deben prestar no sólo los partidos socialistas del país en cuestión, sino el socialismo internacional. Marx consideraba incompatible con la doctrina –aunque no alcanzó a conocer la era del imperialismo- la actitud de indiferencia o neutralidad del socialismo de un país avanzado frente a la lucha nacional de otro atrasado. Y alegaba que ésta era la piedra de toque que diferenciaba a un revolucionario de un servidor de la burguesía nacionalista.
La negación de la nacionalidad, en nombre del internacionalismo, con frecuencia implicaba la subordinación de una nación al nacionalismo de otra más poderosa.
Por eso Marx apoyó a Irlanda contra Inglaterra, y a Polonia contra Rusia. En cambio, los comunistas argentinos apoyaron al imperialismo angloyanqui durante la Segunda Guerra Mundial contra el pueblo argentino que buscaba con los medios a su alcance, la propia revolución democrático burguesa nacional. Ellos la llamaron fascismo. Asó le hicieron el juego a Gran Bretaña, pues parafraseando a Marx, puede decirse que la paz social en Inglaterra (y EE.UU.) tiene sus raíces en la opresión colonial en Argentina.
La lucha "particular" d los argentinos no puede separarse de la lucha "general" de América Latina, y la "particular" de América Latina, de la "general" de todos los pueblos coloniales del mundo.
EL PARTIDO COMUNISTA EN LA ARGENTINA
El OC en la Argentina es el producto de una escisión del socialismo, que dio nacimiento al PS Internacional, más tarde Partido Comunista. Ya en 1918 la plataforma electoral del partido ofrece la monocorde repetición de consignas extremistas que superaban ampliamente el programa de los propios bolcheviques rusos. Sobre la Argentina y sus masas oprimidas no dice ni una sola palabra, salvo consignas demagógicas y genéricas aplicables al abstracto de cualquier país del planeta.
En su forma actual, el PC quedó constituido en 1920. de esta fecha data una declaración de principios internacionalistas y refractaria a toda posición nacional. Desde entonces y hasta el presente, los comunistas atacarían de "nazis, "nacionalistas" o "trostkistas" a toda tendencia antiimperialista con raíces en la realidad nacional. En sus orígenes participaron en la fundación del PC emigrados de diversos países de Europa. Este hecho no es ajeno al extranjerismo mental. Estos trabajadores europeos editaban periódicos en lenguas exóticas y en la historia oficial del partido se califica a esta actividad desplegada por entonces, de "intensa labor solidaria y cultural". Por otro lado, su procedencia socialista mantuvo al PC, hasta el presente, ligado a la ideología pequeño burguesa y a un bajo nivel mental desde el punto de vista marxista.
Un dirigente representativo del PC, Rodolfo Ghioldi, ha expuesto en una conferencia en junio de 1947, la concepción histórica del PC. Dice una verdad cuando sostiene que "no es posible separar la política de la historia". Pero a renglón seguido acepta la historia escrita por la oligarquía..
De los españoles no ve más que lo católico. Pero no las instituciones democráticas españolas –los municipios, los cabildos- que vinieron de Castilla y aquí arraigaron como focos defensivos del pueblo. En un insufrible pegote liberal confunde a Moreno y San Martín con Rivadavia. Que representan justamente dos políticas nacionales antagónicas: lo nacional y lo colonial. Para Ghioldi, San Martín quería libertar a América. Pero mucho más importante es lo que Ghioldi callaba, a saber, que San Martín quería unificar a América.
Ghioldi dijo también: "El más grande de todos los historiadores, fue Bartolomé Mitre".
Como los socialistas, idealizan a la inmigración y denigran a la población nativa. Escritores argentinos, formadores de conciencia nacional, serán negados o calumniados a fin de apartar a la juventud partidaria del conocimiento real del país argentino. No es circunstancial, que en la publicación oficial del PC, la historia argentina se inicie con el período de la inmigración europea entre 1890 y 1900. El punto de partido no sólo es la historia de Mitre sino su programa político. L oligarquía es glorificada de entrada, lo mismo que la inmigración, pues de ella salieron, sin reducir el hecho a sus justas proporciones y negatividades, "obreros profesionales y campesinos europeos que crearon las condiciones favorables para la formación de la organización sindical y política argentina".
Carecen de base histórica real,, queda expuesta y negada en la siguiente tesis: Quizá más que ningún otro país, el movimiento obrero se ha nutrido de hombres e ideas de tros países". La afirmación corrobora el extranjerismo histórico de los partidos de izquierda, esa incompetencia radical para asimilarse al país, y que al vaivén de la estrategia del imperialismo, no solo ha retardado el desarrollo del sindicalismo en la Argentina sino que ha determinado el fracaso de esos partidos.
EL PARTIDO COMUNISTA Y EL IMPERIALISMO INGLÉS
Desde su fundación hasta 1930, la literatura comunista dispersa en innumerables publicaciones, diarios, semanarios, etc., no aborda el examen del imperialismo británico en la Argentina, fuera de aisladas y defectuosas referencias. Esta anomalía doblemente llamativa, pues ya Lenin, a principios de siglo, había publicado su célebreanálisis del fenómeno imperialista, e incluso se había referido al imperialismo británico en la Argentina como un caso particular.
El PC realizó 2dos campañas antiimperialistas notables" entre 1924 y 1928. una a favor de México en su lucha por la nacionalización del petróleo. Pero ninguna a favor de la nacionalización del petróleo proyectada por Yrigoyen. Y que a la pstre determinó su derrocamiento. La otra a favor de Sandino. Ambas contra el imperialismo yanqui.
Debe anotarse que en esa época, el imperialismo estadounidense no era en la Argentina el principal enemigo, e incluso, tales campañas interesaban a Gran Bretala así se esfumaba ante la opinión pública argentina como potencia colonizadora (nota: para ese entonces, todavía estaba en vigencia, en la práctica, las bases de la doctrina Monroe –5º presidente de EE.UU. que separaba Centroamérica y el Caribe para Estados Unidos, y Sudamérica quedaba bajo la "protección" de Gran Bretaña