Las Malvinas son dos archipiélagos que se encuentran situados al extremo sur de la República Argentina. Geográficamente y de manera legítima pertenecen a nuestra República , al igual que las Islas Georgias del Sur, Sandwich del Sur y Aurora.
Al cumplirse hoy 32 años del desembarco de las tropas argentinas en las islas, la historia sigue afirmando que Las Malvinas y las tierras ubicadas al sur del paralelo 60° sur, pertenecen al territorio argentino.
La Argentina es heredera legítima de las islas Malvinas luego de que la revolución de mayo de 1810 en las provincias unidas del Sur, despojara del poder al virreinato español del Río de La Plata.
Los datos sobre la falsedad de los títulos que Gran Bretaña ha proclamado como legítimos sobre las islas deviene de investigaciones que arrojan otra realidad histórica.
El enmarañado descubrimiento, ocupación y colonización, supone un cóctel de nacionalidades, entre ellas, Francia, Holanda y España. En el año 1520 Esteban Gómez a bordo de la nave Magallánica “San Antonio” habría sido el primero en pisar suelo malvinense. Otras fuentes opinan que en 1540 una nave de la Expedición del Obispo de Placencia, la "Incógnita", tuvo que refugiarse en las Malvinas.
Hacia el siglo XVIII, precisamente en el año 1764, el primer marino en plantar bandera fue el Coronel francés Louis Antoine de Bougainville, logrando ser el precursor en un acto de ocupación y colonización, fundando Port Louis (Puerto San Luis).
En 1765 llegan los primeros buques ingleses al mando del comodoro Byron asentándose en lo que denominaron "Port Egmont".
En 1767 el rey de Francia Luis XV, reconociendo que las Malvinas pertenecían a la dependencia de la corona española por encontrarse en la zona del Continente de la América Meridional, decide ordenar a su Primer Ministro, el Señor de Choiseul, la devolución de las islas al Rey de España.
A partir del 2 de abril de 1767 España entra en posesión legítima de las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur. La corona española tuvo el control territorial y la soberanía real hasta que el virreinato del Río de La Plata cayó en 1810. De manera que el traspaso territorial quedaba en manos argentinas.
Inglaterra, que hasta ese entonces solo incursionaba en las islas para el aprovisionamiento de sus barcos de manera ilegal, comenzó a gestar un plan estratégico para adueñarse de aquellos títulos que fueron pasándose de mano en mano entre las potencias europeas.
A fines del año 1820 el gobierno de Buenos Aires envía la nave ‘La Heroína’. El 6 de septiembre sus tripulantes izan el pabellón nacional argentino., mientras que el 10 de Junio de 1829 el gobernador de Buenos Aires decreta la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y la pone en manos de Luis Vernet.
En enero de 1833 la embarcación “Sarandi”, a cargo del comandante Luis Pinedo, que se encontraba en las islas junto a Vernet y a otras 30 personas, decidió retirarse frente al desembarco de dos naves: una británica y otra norteamericana. A partir de aquí la bandera de la Gran Bretaña no ha dejado de flamear ininterrumpidamente hasta 1982.
Estados Unidos también ingresó a las islas con objetivos de usurpación a bordo de la fragata Lexiton, al mando del capitán Silas Duncan. Los estadounidenses desembarcaron en Puerto de la Soledad el 28 de Diciembre de 1831 arrasando con las instalaciones argentinas y capturando a los hombres de Vernet.
A raíz de la ocupación de la corona británica a partir del el 16 de Enero de 1833, la Argentina llevó a cabo un reclamo en materia de legítima soberanía que continuó en 1885 y a lo largo del siglo XX, siempre frente a la negativa de diálogo por parte de Inglaterra.
La soberanía y el derecho legítimo de Argentina por recuperar nuevamente las islas fue derivado a las Naciones Unidas en 1965, y en hacia 1973 pide que no se explote el suelo que por derecho hereditario le corresponde. En 1977, en plena dictadura, un alto funcionario del gabinete británico vuela hacia las islas Malvinas. A su regreso visita la ciudad de Buenos Aires, dejando la posibilidad de empezar con tratativas sobre el tema.
Hacia 1982, cuando la dictadura militar se encontraba tambaleando, el por entonces presidente genocida Leopoldo Fortunato Galtieri, montó una estrategia de falso patriotismo, para tapar tanta desaparición y tortura, algo parecido al montaje del Campeonato Mundial de Fútbol 1978.
Galtieri decidió llevar a cabo la declaración de guerra contra Inglaterra: “si quieren venir que vengan, le presentaremos batalla” fueron las palabras que la gente enardecida escuchó en aquella plaza de mayo que parecía haber olvidado 6 años oscuros del peor genocidio llevado a cabo en nuestra patria.
El saldo de la batalla ya es conocido. Las Malvinas siguen en manos británicas sin pertenecerles, ni por derecho ni por historia. Por su parte, Argentina sigue luchando a la cabeza de nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la ONU y todos los organismos internacionales por su legítimo derecho soberano y continental, esperando que algún día la bandera celeste y blanca flamee en aquellas tierras australes del fin del mundo.