¿Llegó el mensaje de Kirchner a los jóvenes de Corrientes?

¿Llegó el mensaje de Kirchner a los jóvenes de Corrientes?

Tiempo hace que se habla, hasta el hartazgo, del envejecimiento de la política, y por contrapartida, del renacimiento o renovación de la misma. Estas idas y vueltas, parecen cumplimentar la condena de aquellos primigenios filósofos Griegos, Heráclito y Parménides, que con sus posturas irreconciliables, planteaban, que todo en la vida se encuentra en permanente cambio o que todo permanece inmutable.

Desde la consolidación del régimen democrático (remontarnos a otras etapas de la historia política, implicaría, tomar el análisis con ópticas desde otros ángulos) los actores políticos imprimieron los conceptos de la vieja política o la nueva política. Tan hondo calo este mensaje en la ciudadanía, que tiempo más tarde, lo tomaría como propio, el ente abstracto que se denomina “la gente”.

Antonio Cafiero, fundaría la Renovación desterrando a Herminio Iglesias, e inaugurando, en tiempos democráticos, la siempre utilizada vía de los justicialistas, que no están de acuerdo con la conducción, de ir por afuera, conservando, eso sí, la condición de Peronistas (evocando las frases del general cómo: con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes).

Pese a su auto-calificación de renovador, el gobernador de la provincia de buenos aires, se iba transformando en histórico, y la aparición del patilludo mandatario de la rioja, se constituiría en lo nuevo de la política. Ya en el sillón de Rivadavia, y avizorando que se quedaría por mucho tiempo, Carlos Menem, originó y propició, una reforma de la política y de los políticos, a su manera, concreta pero excesivamente pragmática.

Eran los tiempos del Cupo Femenino, uno de cada tres candidatos tenía que ser mujer, polémicas al margen (si es discriminación positiva o si es discriminación a secas), los recintos legislativos, sobre todo, se fueron poblando de polleras y de rimel. Pero al riojano no le bastaba con la modificación del Código Electoral Nacional, necesitaba introducir innovaciones, que pertenecerían al ámbito de lo que gustaba llamar “el arte de lo posible”.

Aparecieron las personas que nada tenían que ver con la política, y que por pasado propio popular (sea como deportista, cantante o cómico), se calzarían el traje de candidatos, con más éxito de lo que cualquiera podría haber supuesto. El término outsider, es el que se ha tomado para definir a paracaidistas (por lejos el término inglés es al menos más elegante) de buen tino, que intentaban descender en cómodos sillones de mando.

En la hermana República del Perú, lo hubo de intentar el Escritor Mario Vargas Llosa. Triunfó incluso en la primera vuelta electoral. Pero el oficio, el olfato y la habilidad, él literato no pudo trasladar al ámbito político. Sucumbió en la segunda vuelta, por errores propios de alianzas y, según reconoce, por subestimar a su rival, el ex presidente Alberto Fujimori. En nuestro país, un corredor de fórmula uno, un cantautor de origen zafrero y un motonauta accidentado, se transformaron en los estandartes del segundo paso reformador (el término renovador aún sigue vinculado a la experiencia Cafiero) instaurado por Carlos Menem, y con sus sucedáneos en Latinoamérica.  

A medida que fue avanzando el desgaste y la demonización del otrora carismático líder proveniente de las tierras de Facundo Quiroga, lo nuevo de la política se fue mudando a las prácticas innovadoras encabezadas por Carlos Chacho Álvarez. Con su encrespada cabellera, subía en cuanto colectivo pudiera, para, altavoz en mano, convencer al pasaje de los infortunios que la Argentina vivía. Inaugurando el tiempo de los candidatos mediáticos, el Chacho y su banda, trocaban los actos multitudinarios de antaño, por estudios de televisión y micrófonos de radio. Tal como se podrá percibir a esta altura del análisis, la lógica que todo lo que surge nuevo, al consolidarse o al acceder al poder, se transforma en viejo, hubo de cumplimentarse con la llegada de la alianza a la primera magistratura. Claro que la lamentable gestión, encabezada por el impresentable y olvidable De la Rúa, ayudó a que los procesos se aceleraran.     

    Las críticas hacia la clase política en general se agudizaban y por ello se dio curso a la ley que obligaba a los funcionarios públicos a presentar su declaración jurada de bienes, y a los partidos a organizar internas abiertas con la participación de independientes. Lo nuevo era sinónimo de lo no político, de nada que tuviera que ver, pero que a su vez lo criticara. Cómo epílogo del final de la Alianza, y en concordancia con la lógica reinante, el llamado voto a clemente (anulación del voto, por intermedio de la introducción de la figura de tira en el sobre electoral) triunfó en el distrito vedette del país.  

  Reestablecido el orden y salvaguardada la institucionalidad, lo nuevo intenta desarrollarse vía Organizaciones No Gubernamentales o Asociaciones Civiles, que en su mayoría están dirigidas por viejos conocidos (Federico Storani, Miguel Ángel Toma, Felipe Solá, y demás) que pretenden que las bases reformistas no pasen tanto por nombres sino por proyectos concretos. La incorporación de menores de cuarenta años en una especie de segundo cupo o el impedimento de candidaturas perennes, mediante la no reelección de intendentes, son propuestas que cuentan con el apoyo popular.

La figura de Néstor Kirchner, sobre todo tras su desaparición física genero una mayor militancia por parte de jóvenes, que alejados de los conceptos individualistas de los ´90, perforaron el concepto del “no te metas” y empezaron a reconstruir el sentido de lo colectivo. Un colectivo que oficialmente se da en llamar “La Cámpora” por la participación que tuvo la juventud en el gobierno interino del Tío, pero que escapa a este armado y las críticas que se le pueden hacer a determinados jóvenes que militan la causa rentados por sueldos oficiales. Los jóvenes en la política son una realidad que empieza a consolidarse.

El Caso Corrientes

En contra de la inveterada costumbre llevada a cabo por los hombres que forjaron la correntinidad, la provincia no fue, ni es ajena, a la olas de lo nuevo, que se trasforman en lo viejo, para que nuevamente, valga la redundancia, se enfrenten a la innovación. Claro que no por haber ingresado en la sintonía nacional, perderemos la singularidad obtenida desde Artigas, y consolidada por la intentona de Pomar, la intervención de Filomeno Velazco y el reinado de un partido ni peronista ni radical en la inicios de la democracia. La llegada de Menem al Poder significó para el peronismo correntino la culminación del caudillaje de Don Julio Romero. Lo nuevo se instauraba, mediante la muñeca quirúrgica del ambicioso Vicente Joga. Cuando este se salió de su cauce, y en pleno auge de la pronta aprobación del Cupo Femenino, Claudio Bello llevó las riendas de la provincia y de los deseos del Presidente. Sin embargo, el triunfante fue, él hasta entonces hermano de Pocho Romero Feris, y representante del viejo y conservador pacto Autonomista-Liberal. Ayudado por su gran carisma y su capacidad de acción, nacía Tato. Un breve tiempo luego, haría nacer al Partido Nuevo (no por casualidad el nombre escogido). Lo viejo se hizo innovador, no sólo a expensas de la irrefutable lógica, contribuyó para ello también, la impericia del De la Rúa correntino, y la sensación de omnipotencia que hubo de marear a su hacedor, quién asomaba cómo el representante de lo que hay que superar.

En 2001, no pocos sabían que cualquiera que se enfrentara al hermano del Pocho, podría alzarse con el triunfo, si no se dividía demasiado el frente opositor. Así sucedió con el ignoto mercedeño, Ricardo Colombi, quién no se destacaba en su diputación nacional, o en el mejor de los casos era conocido por no tener una intensa actividad legislativa. Por lógica, surgía lo nuevo, “El aire fresco”, rezaba el slogan, que pegaría más de la cuenta, dado el sofocante clima tropical de la provincia. Pese a una gestión digna y respetable, en tiempos en que la Nación amagaba a entrar en la anarquía, Ricardo no conseguiría la reforma Constitucional, que le hubiese dado la continuidad tan ansiada, y quizá necesaria. Ante esta derrota política, que muchos la depositaron en la falta de cintura del entonces gobernador, este recurrió a una maniobra de la vieja política, de aquella antediluviana que hasta hace poco hubo de derrotar.

Recurrió Ricardo al nepotismo, puso al primo. Jamás imaginó que Arturo, de la misma grey y de la misma sangre, se constituiría en una opción diferente a su primo y hacedor en el mismo espacio político. Ambos tampoco podrán imaginar, que mucho más acá en el tiempo, que más allá de la historia, la ciudadanía los reconozca como una nueva versión de los Romero Feris, a quiénes derrotaron, supuestamente en pos de una nueva manera o forma de hacer política.

Tal como si fuera una maldición de aquellos filósofos griegos que dividieron los conceptos semánticos y ontológicos, nunca se sabe sí todo esta en permanente cambio o quietud.

Más que nada por que los dinosaurios correntinos, sobrevivieron a Kirchner, y al Kirchnerismo, semanas antes de fallecer, el ex presidente estuvo en Corrientes, levantandole la mano a Camaú, y ninguneando, historicamente a Perié, Pruyas y Ríos, de los jóvenes correntinos depende, de si continúen bajo el ala, por el conchabo que le ofrecen estos conservadores populares, o conservadores con piel de progresistas, o sí de una vez por todas, libran al peronismo y a Corrientes de los viejos mercenarios y traficantes de principios.

Publicado en "Comunas del Litoral" el 1 de Junio.