Llevamos tu nombre como bandera

Llevamos tu nombre como bandera

El 26 de julio de 1952 se apagaba la voz de los humildes y nacía el mito-“desde la historia, el mito es una imagen construida socialmente, una representación diferente de la realidad social a la cual da significado y transforma, va más allá de ella” (Marysa Navarro, 2002)-, un hiato en la historia reciente de las clases populares, no sólo argentina, sino latinoamericana.

En 1946, la carrera política de Eva se daba a conocer a través de su programa de radio semanal en el que emitía discursos populistas hacia la clase trabajadora. En sólo siete años supo involucrarse, meterse de lleno en el pueblo, en la vida de los descamisados y fue bandera de los militantes setentistas del proceso de liberación nacional. Como dijo José Pablo Feinman “Evita para la izquierda peronista fue el Che con polleras”

Evita vive en el amor de todos aquellos que sueñan con un mejor día a día, en los corazones de los que patean en el fango, en los que laburan incansablemente por un futuro más inclusivo para sus familias; en otros vive en  el odio, en esa minoría que prefiere a Roca en la representación monetaria y simbólica del país, los mismos que pintaban “Viva el Cáncer” en las paredes del hospital en el que se encontraba internada.

Chau Roca, Evita inmortal

En el día de ayer, la presidenta presentó el nuevo billete de $100 que lleva la efigie de Evita. “Este era un billete, que originalmente había sido pensado para un billete de 5 pesos, luego de la muerte de Eva Perón, en 1952, ustedes lo vieron y cuando vino la autodenominada revolución libertadora, golpe de Estado que derrocó el Gobierno constitucional del General Perón un empleado de la Casa de Moneda lo escondió detrás de un mueble de la Casa de Moneda como si fuera una suerte de embute, para decirlo así, lo escondió”, expuso Cristina.

CFK continuó: “Eva era lo que yo denomino inteligencia emocional, inteligencia intuitiva, inteligencia del corazón, la que muy pocas veces falla, yo te diría casi ninguna. Por eso tenía esa forma de contacto, por eso también sufrió tanto y por eso también dio tanto, nada más ni nada menos que su vida”.

Uno de los últimos discursos de Evita

"(…) Yo no quise… yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.

Yo sé que Dios está con nosotros, porque está con los humildes y desprecia la soberbia de la oligarquía. Por eso, la victoria será nuestra. Tendremos que alcanzarla tarde o temprano, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

Mis descamisados: yo quisiera decirles muchas cosas, pero los médicos me han prohibido hablar. Yo les dejo mi corazón y les digo que estoy segura, como es mi deseo, que pronto estaré en la lucha, con más fuerza y con más amor, para luchar por este pueblo, al que tanto amo, como lo amo a Perón.

Y les pido una sola cosa: estoy segura que pronto estaré con ustedes, pero si no lo llegara a estar por mi salud, cuiden al general, sigan fíeles a Perón como hasta ahora, porque eso es estar con la Patria y con ustedes mismos. Y a todos los descamisados del interior, yo los estrecho muy, pero muy cerca de mi corazón y deseo que se den cuenta de cuanto los amo".