Por Norberto Galasso
Bartolomé Mitre construyó las columnas de la Historia Oficial con dos libros. Con la biografía de Belgrano inventó una revolución de Mayo independentista, separatista, antiespañola, por el comercio libre y por tanto probritánica, protegida por Lord Strangford y cuya independencia reconoció George Canning. Con la biografía de San Martín creó un Padre de la Patria que vino a salvar a esa revolución y que debía suponérselo blanco, porteño, por tanto también antiespañol y europeísta, que bregó por crear una Hispanoamérica libre pero dividida y a quien Bolívar le robó la gloria de consumar la campaña libertadora. La fuerza dominante (el Imperio Británico y la oligarquía nativa) y un gran medio de comunicación (el diario La Nación) le permitieron instalar las dos fábulas. Quienes dieron otra interpretación, como Alberdi, Ugarte, Rivera, Barcia Trelles y muchos otros, fueron silenciados. Después, los historiadores de derecha culminaron la tergiversación de San Martín mostrándolo monarquista y tradicionalista, sin impugnar por ello la versión mitrista. Además, no faltaron historiadores que explicaron su vida militar como producto de haber tenido una supuesta madre india, ni tampoco quien adujo su regreso al Río de la Plata para ascender en el escalafón profesional.
De esas fábulas, algunos sacaron la conclusión de que había sido un agente inglés (pues no se explica que un alto jefe del ejército español venga en 1812 a pelear aquí contra los españoles) y otros argumentaron que la causa reside en que su madre era india, de manera tal que si hubiese sido española, él no hubiese sido Libertador.
Hoy que buena parte de América Latina está gobernada por movimientos populares y que son palabras comunes UNASUR, CELAC, ALBA y otras semejantes es hora de acabar con las fábulas. Esta nota se propone ofrecerle al lector algunos datos poco conocidos para colaborarle en esa tarea:
1) La Revolución de 1810 no fue inicialmente separatista, ni independentista, ni antiespañola. La hicieron hijos de españoles e inclusive españoles (Larrea, Matheu, Álvarez Jonte, Blas Parera, Arenales, etc), para reemplazar al virrey por una Junta Popular, por lo cual las Juntas –aquí como en toda Hispanoamérica, entre 1809 y 1811- juraron por el rey Fernando, cautivo de los franceses, al igual que las Juntas revolucionarias nacidas en España a partir de 1808, todas en la línea democrática de "Libertad, igualdad, fraternidad" de la Francia de 1789.
2) Por esa razón, flameó la bandera española en el fuerte hasta 1814 y recién el 9 de julio de 1816 se declaró la independencia.
3) El comercio libre lo instauró el virrey Cisneros en 1809 y el programa de la Revolución no fue el liberalismo económico sino el Plan de Operaciones, proteccionista, democrático y expropiatorio de las grandes riquezas.
4) San Martín vivió hasta los 4 años en Yapeyú, de los 4 a los 6 años en Buenos Aires y luego 26 años en España donde, en 23 años, participó en 30 batallas hasta ser teniente coronel de caballería. Allí se definió antiabsolutista, democrático, a "favor del evangelio de los derechos del hombre" (según su propias palabras) y regresó en 1812 para proseguir aquí la lucha que consideraba perdida en España casi dominada por Napoleón.
5) Aquí, se sumó a la revolución democrática y se sintió hispanoamericano. La bandera argentina "la cima de los Andes NO escaló" sino que San Martin cruzó con un ejército integrado por argentinos y chilenos y con una bandera del "Ejército Unido Argentino (de los Andes)–Chileno" y el chileno O’Higgins como segundo jefe.
6) A partir de la derrota de la revolución española (1813/1814) y el restablecimiento de la monarquía, luchó en Chile por la Independencia de América Latina, y en el Perú, donde gobernó como Protector. (Idéntica denominación a la de Artigas, para los Pueblos libres del litoral). Mientras, Bolívar liberaba lo que es hoy Venezuela, Panamá, Colombia y Ecuador. Por su parte, Morazán construía la Confederación de las Provincias Unidas de Centro América, también en camino hacia la Patria Grande.
7) San Martín, "que hablaba como un gallego”, bregó igual que Bolívar, por una Patria Grande Latinoamericana a partir del momento en que se restableció la monarquía en España (1814) y presionó desde entonces para que el Congreso de Tucumán declarase, ahora sí, la Independencia.
8) Se trata evidentemente de un argentino que fue jefe de un ejército hispanoamericano y que conservaba tanto afecto por Bolívar que mantuvo, hasta su muerte, su retrato en su dormitorio, delante de su cama, como el compañero Libertador que intentó unificar la Patria Grande, en 1826, en el Congreso Anfictiónico de Panamá, objetivo perseguido hoy, desde el rechazo del ALCA en adelante, por los principales gobiernos latinoamericanos.
Logrado este objetivo –camino que estamos transitando- se consolidará la verdad histórica y la fábula mitrista pasará al olvido. «