Néstor Kirchner la bautizó como “la presidenta coraje”, por su valentía para enfrentar las dificultades, pero la historia recogerá, además de su templanza, hitos fundamentales del primer mandato de Gobierno que culminó el viernes Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta del Bicentenario y la inclusión social.
La Asignación Universal por Hijo (AUH), el Matrimonio Igualitario, la reestatización de los fondos jubilatorios y Aerolíneas Argentinas, o la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, son algunos puntos salientes de la gestión de la primera argentina votada como Presidenta y la primera de América en lograr su reelección.
Es que, además, Cristina mostró una capacidad inédita para superar enormes dificultades, como la derrota electoral de 2009, el rechazo a la Resolución 125 en el Senado -incluida la defección de su propio vicepresidente-, y hasta el dolor de la muerte de su compañero de vida y militancia.
Nunca antes un Gobierno había superado una derrota en las elecciones de mitad de mandato. Raúl Alfonsín en 1987, Carlos Menem -en su segundo período- en 1997 y Fernando de la Rúa en 2001, vieron como se desvanecieron sus proyectos políticos tras perder en las legislativas de medio término. Este último, además, debió irse antes de tiempo por ese traspié.
En cambio, sólo unos meses después de la derrota de junio de 2009, la Presidenta tocaba puntos altísimos de popularidad e imagen positiva, cuando encabezó los festejos del Bicentenario, acompañada por mandatarios de toda la región y junto a unos seis millones de argentinos volcados a las calles en las celebraciones populares.
La Presidenta no sólo revirtió la situación adversa -cuando algunos medios hegemónicos fogoneaban una salida anticipada del poder-, sino que terminó su primer mandato fortalecida y arrasando en las urnas en primera vuelta, con un 54,11% de los sufragios y más de 37 puntos de diferencia sobre el segundo.
La jefa del Estado enfrentó, también con éxito, el rechazo del Congreso que la obligó a ser la única Presidenta de la actual democracia en gobernar sin Presupuesto Nacional, y la insólita rebeldía de un presidente del Banco Central que pretendía negarse a renunciar tras intentar bloquear un pago de la deuda externa.
Cristina asumió el 10 de diciembre de 2007 con la premisa de profundizar las políticas iniciadas por Néstor Kirchner en 2003 y, sobre la base económica lograda por éste último, apostó a medidas distributivas que le dieron a su primer mandato una impronta definitiva: la inclusión social.
Sin embargo, dejó una huella propia en la gestión. Su primer Gabinete incluyó como novedad al nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología, señal inequívoca de la fuerte apuesta de la Presidenta al área del conocimiento y su articulación con el desarrollo económico e industrial del país.
El Plan Raíces, que en los años posteriores sirvió para repatriar a más de 800 científicos, el nuevo Polo Tecnológico de Palermo y la impactante mega muestra Tecnópolis, con 4.500.000 de visitantes, cerraron un círculo virtuoso que seguramente profundizará de cara al 2015.
De igual modo sumó a su Gabinete el Ministerio de Industria -antes Secretaría- dando un fuerte apoyo a la producción nacional y la consecuente generación de empleo, y no dudó en lanzar un plan contracíclico en 2008 -frente a la crisis internacional- para defender las fuentes de trabajo argentinas.
La reducción de la pobreza en niveles sin precedentes en las últimas décadas -la CEPAL situaba en 2010 a la Argentina en el segundo lugar de América Latina con menos pobres, con 11,3%- y ambiciosas políticas de salud pública, educación e infraestructura, completaron el marco de su administración.
Sin embargo, entre todas las medidas de Gobierno, una sobresale por su fuerte impacto social y sus consecuencias presentes y futuras. En octubre de 2009 la Presidenta firmó el histórico decreto 1602/09, creando la Asignación Universal por Hijo (AUH).
La AUH permitió atender a desocupados u ocupados en la economía informal con un subsidio por cada hijo menor de 18 años. Su impacto se propagó además a la educación y la salud públicas, ya que se estableció como requisito para percibirlo que los menores tengan al día su libreta de vacunación y su asistencia a clases.
A partir de mayo de 2011, la AHU fue más lejos, ya que la jefa del Estado dispuso que se extienda a las personas por nacer a partir de las 12 semanas de gestación, incorporando a cientos de miles de embarazadas a sus beneficios económicos y sanitarios.
En el mismo sentido de justicia social y beneficios para los menores, en 2010 se lanzó el Programa Conectar Igualdad, una política de inclusión digital de alcance federal, para distribuir tres millones de netbooks en el período 2010-2012, a cada alumno y docente de educación secundaria de escuela pública, educación especial y de institutos de formación docente.
Otra de las apuestas audaces del gobierno de Cristina se produjo en 2008. El Poder Ejecutivo reestatizó los fondos de jubilaciones y pensiones recuperando para el Estado una herramienta vital para el desarrollo social y económico, y dando marcha atrás con una de las medidas emblemáticas del neoliberalismo de los ‘90.
La ANSES, destinataria de los aportes recuperados de los trabajadores activos, financió desde allí programas sociales y obras de infraestructura, y puso en marcha una actualización continua de haberes para la clase pasiva, que hoy recibe un mínimo de 1.434 pesos mensuales con dos aumentos anuales, una medida impensada en las épocas del congelamiento a 150 pesos y la quita del 13 por ciento.
Un capítulo aparte merece la Ley de Matrimonio Igualitario, que desde el 15 de julio de 2010 permite el casamiento entre personas del mismo sexo, convirtiendo a la Argentina en el primer país de América Latina en tener una legislación de ese tipo y el décimo en el mundo.
Impulsado por el oficialismo en el Congreso, fue esta la última ley votada desde su banca por el entonces diputado Néstor Kirchner, y permitió dotar de derechos a segmentos de la sociedad castigados hasta entonces por el flagelo de la discriminación.
Además de esto, el primer mandato de Cristina estuvo signado por la continuidad de las políticas de Derechos Humanos, la inserción en la UNASUR y el Mercosur, y la democratización de los medios de difusión, con medidas como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual o el Fútbol para todos.
La llamada Ley de Medios, destinada a reemplazar la Ley de Radiodifusión de la dictadura, fue presentada personalmente por la Presidenta el 18 de marzo de 2009 en el Teatro Argentino de La Plata, su ciudad natal, y desde allí la remitió para su tratamiento al Congreso.
Pluralidad de voces, democratización de la información y un cambio conceptual para permitir que no sólo tengan acceso a la comunicación empresas con fines de lucro, sino organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas, etc., estuvieron entre los puntos centrales de una de las iniciativas cruciales del primer mandato de Cristina.
Con el apoyo de los bloques oficialistas de ambas cámaras y opositores de algunas fuerzas de centroizquierda, el proyecto quedó convertido en Ley el 10 de octubre de 2009 tras una maratónica sesión del Senado, y con una multitudinaria movilización popular apoyando la iniciativa frente al Congreso.
Cristina cierra sus primeros cuatro años de gestión con un balance en el cual, además, queda como saldo favorable una de las normas de más trascendencia en el actual período democrático para la libertad de expresión y la libertad de prensa: la despenalización de las calumnias e injurias, proyecto de su autoría aprobado por el Congreso en noviembre de 2009. No es poco.