Parece mentira que Israel, siendo el país que sufrió el peor genocidio de la historia, hoy, bajo un grado de arteriosclerosis, vuelque sus misiles sobre la franja de gaza dejando decenas de muertos, entre ellos niños inocentes.
La desmemoria proviene del individualismo, de la prohibición de derechos, de aquellos que no construyen mirando hacia atrás, y por sobre todas las cosas, de la hipocresía, aquella que termina transformando a la víctima en victimario.
El pueblo palestino es un gran grano infestado que supura en medio de la rapiña territorial y el planeamiento imperial que traza EE-UU en sus diferentes satélites para extirpar, en este caso, al gobierno de Hamas. Es por eso que Tel Aviv amenaza con ordenar de un momento a otro un ataque terrestre tal como lo hizo en 2008 que dejó más de 1400 muertos, entre ellos la mitad niños, mujeres y ancianos.
Repudiamos fervorosamente cualquier dominación, infiltración, privación y crímenes que esté desarrollando este Estado que nada ha aprendido de sus muertos, de su descendencia “santa”, y condenamos los dichos del reciente presidente reelecto, Barak Obama, quien envió un comunicado a través del consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes en el que explica que “el factor desencadenante del conflicto fue el lanzamiento de cohetes procedentes de Gaza”. Y agregó “creemos que Israel tiene derecho a defenderse y van a tomar sus propias decisiones acerca de las tácticas que utilizarán en ese sentido”