La política hacia la unidad sudamericana de Hugo Chávez Frías desdibujó y difuminó las fronteras mitristas que separaban a las Repúblicas del Sur. El Movimiento Nacional que hacia fines del siglo XX se encapsulaba dentro de los límites de la República Argentina, con el proceso de unidad de las Repúblicas Sudamericanas impulsadas por este locuaz mulato, hicieron que el lápiz de la Historia comenzara a dibujar otros contornos que excedían los límites “nacionales” impuestos por las oligarquías locales. Una “nueva” geografía política nos hacía volver al camino de donde veníamos, la Patria Grande.
El tercer Movimiento Nacional no es argentino sino Iberoamericano. Los sudamericanos hemos empezado a reconocernos, a vibrar por lo que ocurre en cada uno de nuestros “países”. Nada de esta Latinoamérica nos es ajeno. El comandante nos ha re hermanado. Las elecciones, que antes pasaban desapercibidas, son seguidas hoy, con suma atención por millones de ciudadanos y en cada una de ellas palpitamos que se juega nuestro destino colectivo. Empezamos a pensarnos y sentirnos como una Nación.
El asesinato cancerígeno perpetrado contra el comandante Hugo Chávez Frías se hizo a conciencia. El imperialismo sabía que el comandante bolivariano no sólo interpretaba el anhelo de los venezolanos sino de los pueblos de América del Sur toda. El atentado se hizo contra el primer jefe del Movimiento Nacional Iberoamericano. Muerto el perro…acabemos con la rabia es la consigna del imperialismo que va intentar volver por sus “títulos de propiedad” en su patio trasero.
EL FRENTE RENOVADOR EN EL CONTEXTO DE LA OFENSIVA IMPERIALISTA
El armado político de Massa cobra significación en el contexto de esa ofensiva imperial. La experiencia Capriles ha tenido dos momentos: en vida de Chávez, los números electorales arrojaron una diferencia de un 10%. Luego de la desaparición física del comandante, las diferencias porcentuales se acortaron notablemente hasta casi llegar a un empate técnico. Cuando las sociedades como la venezolana llegan a situaciones límites en la lucha de clases, los antagonismos propenden a las clases sociales a reagruparse con más facilidad. Es la venezolana una sociedad al borde de la guerra civil. De la lucha de clases se pasa en horas a la guerra de clases. Para el Departamento de Estado, la experiencia caprilista es una experiencia positiva que bien vale repetirla.
La muerte de Hugo Chávez reavivó los fuegos de la contra latinoamericana. Ese empate técnico entre caprilistas y chavistas fue utilizado por las fuerzas de la reacción para desligitimar el triunfo de Maduro. EEUU y la OEA no reconocieron al sucesor de Chávez. Los presidentes de la UNASUR advirtieron ese juego, no perdieron tiempo y reconocieron de manera inmediata el triunfo del chavismo, arrebatándoles los argumentos desestabilizadores al imperialismo yanqui y sus esbirros de la OEA.
Las movilizaciones multitudinarias de las cacerolas en nuestro en Argentina, la conmocionante insurrección popular en el poderoso Brasil, la injerencia en los mandos de las Fuerzas Armadas venezolanas por parte de funcionarios de la Embajada norteamericana en Caracas, la solicitud de Colombia para formar parte de la OTAN, la consolidación del golpe institucional en el Paraguay, el intento de secuestro del presidente Morales en Europa, son más que señales de que la ofensiva imperialista por recuperar su hegemonía está en plena ejecución. En ese contexto hay que analizar la construcción del Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires.
La “oposición” en la Argentina intentó unificarse, pero el vedetismo de su dirigencia lo impidió. Ese vedetismo no es otra cosa que el reflejo de las bases sociales de la dirigencia opositora a confluir con otras franjas sociales. Y en esa decisión de confluencia tienen que ver no solo factores internos sino la situación internacional. Ni Duhalde ni Mauricio Macri han logrado el fenómeno massista. A la ofensiva del imperialismo norteamericano ya descripta se suma en el orden interno que la oligarquía sojera ha soportado un tiempo más que prudencial, una década, para arribar al postkirchnerismo. Y la candidatura de Massa expresa ese deseo
El massismo tuvo un tiempo de cocción. De reagrupamientos de organizaciones, de realineamientos pasajeros, de avances y retrocesos. No es fruto de la magia ni del voluntarismo El antikirchernismo ha dicho es aquí y ahora.
EL MASSISMO
Es el massismo una expresión neo-menemista. Y cómo podemos definir al menemismo. Nos aproximamos si decimos que el menemismo fue la alvearización del peronismo, pero no alcanza. Intentemos avanzar. Digamos que fue la adecuación, el reacomodamiento, del peronismo ante la ofensiva imperialista de los 90. La capitulación del nacionalismo burgués ante una situación internacional adversa. La renuncia a dar la lucha superando sus propios límites de clase y pasando a un nacionalismo de carácter revolucionario. En 1989 cuando Carlos Saúl Menem accedió a la presidencia (luego del golpe de estado financiero que volteó a Alfonsín) lo hizo en el plano de una aguda y resuelta contrarrevolución mundial del neoliberalismo. América Latina era un rosario de presidentes surgidos del Consenso de Washington. Con el menemismo nace el “partido posibilista”, cuya primera verdad es “para un posibilista no hay nada mejor que un puesto”. Traducido a términos políticos es el poder por el poder mismo. Hoy el massismo se presenta a la sociedad como el reacomodamiento no confrontativo frente a la ofensiva imperialista del 2013. Es la renuncia del 55 en el siglo XXI
EL MASSISMO Y EL PARTIDO POSIBILISTA
El “pp” se rompe en dos fracciones con la rebelión popular de diciembre de 2001. Un ala conservadora que representa al peronismo “ortodoxo” conservador y neoliberal ligado al único proyecto alternativo a la Revolución Nacional, el de la Sociedad Rural. La otra fracción del “partido posibilista” rompe con el menemismo-duhaldismo y avanza con un proyecto de corte neo desarrollista en lo económico y progresista en el plano político-cultural. El kirchnerismo se vincula y se entrelaza con el proceso de emancipación Iberoamericano. Esta latinoamericanización y la política de derechos humanos genera la incorporación de sectores provenientes de la izquierda no peronista que se asumen como kirchnerista, aceptando el liderazgo de una pequeña burguesía que propone un proyecto de capitalismo serio.
Desde el riñón del menen-duhaldismo o partido posibilista, se va dibujando la figura de Néstor Kirchner de quien Mariano Grondona dijera en 2003 que era una especie de “chirolita” de Duhalde. Kirchner comprendió mejor que nadie esa rebelión popular y los nuevos tiempos de avance que se vivían en América del Sur. Así como el gobierno de Cámpora-Solano Lima fue la expresión conservadora del Cordobazo, el gobierno de NK fue la expresión conservadora de las puebladas del 19 y 20 de diciembre. A decir verdad fue el mejor gobierno desde 1955 hasta nuestros días.
LA LISTA MASSISTA
El lanzamiento del Frente Renovador empezó con el pie derecho. Toda la derecha posible está en la lista de diputados nacionales. Los apoyos mediáticos recibidos no solo provienen del Grupo Clarín (a través de la especialista en tercera edad como Mirta Tundis) sino que ha recibido el apoyo del Grupo Vilas Manzano y Grupo Garfunkel. El G8 dijo presente con intendentes de Escobar, San Miguel, Hurlingham, San Martín. Empresarios sojeros menemistas como Felipe Solá, la presencia del sindicalismo gordo con Héctor Daer, el liberalismo fundamentalista con los macristas Soledad Martínez, Gladys González, Marcelo D´Alessandro. Del riñón de carriotismo Redrado-Pérez y cruzó el charco un hombre de la presidente en la UIA, “vasco” Fernando De Mendiguren, la honorable “burguesía nacional” ¿Serán estas las clases burguesas con las que los ideólogos piensan construir el “capitalismo serio”? ¿Será posible retrotraer el sistema a la época de la libre concurrencia de los siglos XVIII y XIX, cuando el siglo XXI ese sistema está en la etapa de la globalización financiera?