MUP Corrientes: Un Espacio Político con Propuestas

MUP Corrientes: Un Espacio Político con Propuestas

Según el MUP Corrientes “Lo más urgente es resolver los altos índices de pobreza e indigencia, que arrastramos estructuralmente, y lo más importante es cambiar el pensamiento y la cultura feudal que aún nos obnuvila, y esto lamentablemente también se aplica a muchos compañeros del peronismo, que son más conservadores que los propios conservadores, sobre todo cuando llegan a un lugar de poder, en vez de resolver el problema de los compañeros o de la ciudadanía, se encargan de resolver sus aspectos personales y de su grupo íntimo, por tanto se develan, no quieren un cambio de la estructura social, quieren ser conservadores, nosotros no queremos una provincia para pocos, una provincia de capangas, una provincia de apellidos, una provincia de padrinos, una provincia sectaria, queremos una provincia integrada al proyecto nacional y popular, pero no por el oportunismo sino por la convicción.

 

El siguiente es un proyecto del MUP Corrientes, para la temática de la reinserción social de los privados de su libertad.

Artículo 1: Créase el Programa Nacional de Granjas Penitenciarias, que consistirá en la Construcción de 10establecimientos distribuidos en todo el territorio de la provincia.

 

Artículo 2:  Las granjas penitenciarias tendrán como objetivo el desarrollo de actividades culturales, religiosas, deportivas, educativas, económicas, productivas y cualquier otra acorde a los fines de favorecer la capacitación y aprendizaje de los reos detenidos en ellas, garantizando el principio constitucional.

 

Artículo 3:  La construcción de las granjas penitenciarias mantendrán las condiciones de higiene, funcionalidad y dignidad, a un costo reducido. Serán los propios reos los encargados de llevar a cabo las tareas de construcción, cuidado y preservación de las infraestructuras.

Artículo 4: Para llevar adelante el objetivo señalado en el art. 2, se contará con el apoyo y asesoramiento de los diferentes ministerios públicos, de acuerdo a la reglamentación pertinente.

 

 

Artículo 5: La creación de estas granjas penitenciarias está orientada a lograr su autofinanciamiento, y de lograr ganancias distribuirlas en los establecimientos educativos y comedores más necesitados de la zona en la que funcionen.

 

Artículo 6: El Servicio Penitenciario será el organismo de aplicación.

 

Artículo 7: El Poder Ejecutivo Provincial a través del organismo que corresponda, será el encargado de destinar las partidas presupuestarias para la ejecución de la presente ley.

 

Artículo 8: De forma. 

 

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Los argumentos para sustentar los diferentes proyectos que se elaboran, por lo general contienen un fundamento sólido a nivel jurídico, análisis particulares de datos objetivos y numéricos y básicamente frases atiborradas de expresiones de deseo. Este proyecto independientemente del sustento específico y práctico y de la problemática que intenta abarcar, por intermedio de sus fundamentos y de su aplicación pretende ubicarnos a todos los habitantes de nuestro suelo en nuestra respectiva posición, tanto a nivel social, es decir las finalidades, las aspiraciones y los temores de nuestra sociedad, o a decir de Carl Jung,  “ Del Inconsciente Colectivo”, o a decir de Hegel “Comunidad autoconciente” como también nuestro posicionamiento a nivel internacional, es decir nuestro rol en el contexto político mundial.

Por supuesto que esta pequeña propuesta, de aplicarse, no modificaría radicalmente la confusión que nos embarga, pero precisamente por ello es que se hace hincapié en el argumento, pues intentamos abordar las verdaderas problemáticas que hacen que cada paso que se intenta dar, en todos los niveles, y paradójicamente más en los niveles institucionales, se encuentren sospechados, criticados y plagado de contrastes.

 

Introduciéndonos de lleno en el proyecto, buscamos regenerar conductas sociales, que otorguen la oportunidad de reinserción a los que infligieron la ley. La intención es dar cuenta de nuestro profundo espíritu como sociedad, que no castiga ni reprime, si no que pena con autoridad, pero a la vez educa y ofrece oportunidad. Cuando hablamos del espíritu social no situamos el concepto como una bonita frase literaria, debemos recordar a la cultura griega, y a sus cientos de magnánimos exponentes, como los expresados en el compendio de Werner Jaeger, intitulado la Paideia, “Lo que verdaderamente se trata de comprender, es el hecho de que las buenas leyes de por sí no son capaces de hacer mejores al estado ni a los ciudadanos.

De otro modo sería muy fácil infundir con la letra de la ley el espíritu de un estado a todos los demás. Sin embargo, ya en Platón veíamos que se había abierto paso la conciencia de que las leyes como tales no sirven de nada si el espíritu, el ethos del estado no es bueno de por sí, pues el ethos individual de una sociedad es el que determina la educación de los ciudadanos, el que forma el carácter de cada uno a su imagen y semejanza”.

Por tanto lo que observamos en este brillante pasaje es básicamente de infundir a la ciudad, o polis para los griegos, de un buen ethos o espíritu y no de dotarla de un mayor número de leyes especiales para cada campo de la vida. Es incluso más explícito e incluso sorprendente los testimonios de los grandes hombres griegos cuando se refieren a la falta de justicia y lo que ello provoca. “ Movidos por la avaricia, los caudillos del pueblo se enriquecen injustamente; no ahorran los bienes del estado ni los del templo ni guardan los venerables fundamentos de la justicia, que contempla silenciosa el pasado y el presente todo y acaba infaliblemente por castigar. El castigo divino no consiste ya, en las malas cosechas o la peste, sino que se realiza de un modo inmanente por el desorden en el organismo social que origina toda violación de la justicia.

En semejante estado, surgen disensiones de partido y guerras civiles, los hombres se reúnen en pandillas que sólo conocen la violencia y la injusticia, grandes bandadas de indigentes se ven obligados a abandonar su patria y a peregrinar servidumbre”. Asombrosamente actual es la descripción de esta Grecia del Siglo VI a.c, que ha perdido la justicia social y padece los señalados sufrimientos. Claro que los Griegos entendían a esta problemática como de índole política, pero inserta en la faz del comportamiento espiritual del pueblo, por tanto encontraban las soluciones dentro de la educación moral, dentro de los ideales y de los valores de la sociedad.

Como anteriormente se hizo referencia no generaban una burda e ineficaz acumulación de leyes, simplemente buscaban el punto neurálgico dentro del comportamiento humano del pueblo. No es casualidad que las palabras transcriptas de los pensadores griegos, resuenen hoy como muy cercanas, hasta casi proféticas, pese al paso de más de 2.500 años, las situaciones gráficas son casi similares de lo que padecía aquel lejano pueblo, pero a la vez cercano, con el nuestro hoy en día.

 

Tampoco es casualidad que casi nadie, en nuestra actualidad se dedique a bucear seriamente en la historia de las grandes culturas como para encontrar similitudes que puedan darnos idea de alguna solución social de fondo. Por tanto es de suma necesidad, seguir hablando y tratar de reconocer la esencia espiritual de nuestro pueblo, y porque este proyecto, pese a lo nimio, intenta de forma simbólica al menos dar con alguna referencia que nos ofrezca tanto libertad como límites.

 

A lo largo de la historia del pensamiento humano existen un sinfín de manifestaciones que podríamos reproducirlas, pero dada la humilde intención del proyecto, sólo transcribiremos las más altisonantes y fundamentadas. Jean Jaqcues Rousseau en pleno iluminismo Francés aleccionaba “ La libertad Jurídica queda definida como la facultad de no obedecer otra ley que no sea aquella a la que los ciudadanos le han dado su consenso”. Expresando de esta manera, independientemente de su clara ideología que luego generaría una escuela específica de pensamiento político y social, el estrecho vínculo que obligadamente deben mantener las leyes con los espíritus de sus pueblos.

 

Encontramos, en la gran y nutritiva historia, de nuestro pensamiento contemporáneo el pensamiento del Francés Michael Foucault, definido según las corrientes de pensamiento como un “ post-estructuralista”. Este verdadero arqueólogo del saber, reconocido como un verdadero erudito y teórico en el campo filosófico, desarrolló una prolífica carrera literaria, innumerables textos de su autoría son considerados lugares obligados, tanto para estudiantes como para profesionales ligados al ámbito intelectual. En una de sus obras, más concienzudas, más trabajadas y polémicas a la vez, intitulada “ Historia de la Locura”, dividida en tres grandes tomos, Foucault se encarga de realizar una verdadera arqueología, desde el punto de vista del Poder, entendido este como la puja entre los sectores dominantes y dominados, y su relación con las denominadas estructuras de Control.

 

El carril de la investigación es la condición de la locura, es decir, independientemente de las definiciones psicológicas pertinentes, el estado de anormalidad de un sujeto desde el punto de vista de las estructuras sociales, o a decir de Foucault, de las estructuras de Poder.

 

La locura, se basa entonces, en una propuesta estructural de que los hombres están sometidos a las estructuras y no a la inversa, y que el paso de la historia de la locura se ve delimitado por un marco propio de éstas, que establecen modelos propios de relaciones que son diferentes manifestaciones de un mismo sistema estructural. Foucault inicia de esta manera un recorrido cronológico, a lo largo de la historia de humanidad, llevando como centro de la investigación a la locura. Expone que al final de la Edad Media la lepra desaparece del mundo occidental y la margen de la comunidad y en las puertas de la ciudad quedaban leprosarios vacíos, por tanto la encarnación del mal, o de lo anormal, pasa de la lepra a la locura. Esto llevaría a pensar primariamente que toda conducta marginal, frente a la comunidad significa un acto de locura. Este análisis aparece para Foucault como una necesidad Europea de autodefensa, ante el miedo indirecto a contagiarse de lo oriental o de lo africano, que son sinónimos de enfermedades y locuras poco civilizadas o si se prefiere de culturas marginales. Claro que esta marginalidad, es tal, por contrastar con la sociedad occidental. Olvidando así al leproso, dice Foucault, sigue la estructura que permanece aguardando quien la llene, y serán entonces los pobres, los vagabundos, los muchachos del correccional y las cabezas alienadas quienes pasarán automáticamente al sistema de exclusión. El autor francés, continúa con un maravilloso análisis acerca de la definición de la locura, es decir tanto a nivel psicológico cómo post-estructuralista, pero a razón de la argumentación y al tema que nos ocupa, vale decir que lo que Foucault va perfilando, con su sello propio, es la disputa misma entre aquellos que por diferentes circunstancias, sean locos, o jóvenes, “ lo común entre un loco y un joven es simplemente su no aceptación de los principios morales sociales establecidos por sus mayores. El joven como el loco asume posturas impensadas para una sociedad y entonces está marginado”, por tanto se ven enfrentados con lo que se denominaría las pautas del poder reinante o las estructuras de poder. “ La reclusión individual en su triple función de ejemplo de terrible instrumento de conversión y condición para un aprendizaje”, expresa el intelectual francés, para continuar diciendo “ Una adopción meticulosa del cuerpo y del tiempo del culpable, un encuadramiento de sus gestos, de sus conductas, por un sistema de autoridad y de saber…El enderezamiento de la conducta por el pleno empleo del tiempo, la adquisición de hábitos…No se castiga para borrar un crimen, sino para transformar un culpable”.

 

Es decir el planteamiento de Foucault, consiste básicamente, apoyado además en otra serie de textos como; Vigilar y Castigar, Las Palabras y las Cosas, Historia de la Sexualidad, La verdad y las leyes en las formas jurídicas, en el estudio de la actuación de las normas tanto morales, sociales, jurídicas de los sectores dominantes, o los sectores rectores y reinantes en el poder, o sea los sectores dirigentes e institucionales y de cómo, en el que caso que lo hagan, transforman a sus elementos sociales, que transitan por fuera de la ley.

 

El sociólogo, también Francés, Jean Baudrillard, en su texto intitulado Estrategias Fatales, realiza un análisis acerca de la inseguridad; “ El problema de la seguridad, como sabemos, obsesiona a nuestras sociedades y ha sustituido desde hace un tiempo al de la libertad. No se trata tanto de un cambio de filosofía o de moral como de una evolución del estado objetivo de los sistemas.

 

–          Un estado relativamente laxo, difuso, extensivo del sistema produce la libertad.

 

–          Un estado diferente del sistema (más denso) produce la seguridad ( la autorregulación, el control, el feedback)

 

–          Un estado ulterior del sistema, el de la proliferación y de la saturación, produce el pánico y el terror.

 

Para reparar, para hacer cesar el escándalo de la muerte accidental, se instalan los grandes sistemas de terror, o sea de la prevención de la muerte accidental mediante la muerte sistemática y organizada”. Lo que nos transmite Baudrillard, consiste básicamente en las terribles experiencias que padeció la humanidad, con las persecuciones sangrientas en nombre de una ley, como las cruzadas Cristianas, las brigadas rojas Garibaldinas, la caza de brujas, la triple A.

 

La narradora argentina María Elena Walsh, en una carta de lectores del año 1991, en pleno auge de la discusión por la posible instauración de la pena de muerte, transmitía poéticamente “ …Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna unitaria. Me fusilaron en cinta, junto a mi amante sacerdote, a causa de una interna federal….Fui enviada a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien…A lo largo de la historia hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la humanidad retrocede en cuatro patas”. La calidad literaria, pese a no citar completo el poema, no deja de sorprender, pero argumentativamente es sumamente válido como para refrendar las penurias que conlleva el tratar de castigar al punto de la muerte o la denigración, en vez de enseñar, educar y reinsertar con las condiciones más aptas a la población recluida .                       

 

Argentina, inserta en nuestra Latinoamérica, posee, por diversas circunstancias que formarían parte de otra investigación, una raigambre cultural, social y jurídica claramente occidental. Nuestro modelo Constitucional, que mantiene el espíritu de la constitucionalidad francesa, nuestras costumbres culturales, tanto musicales, artísticas y  literarias, como nuestros usos sociales, vestimentas, modas y comportamientos, nos señala que a las claras somos una Nación y una Sociedad puramente occidental.

 

El filósofo alemán Martín Heidegger, distinguía etimológicamente las diferencias sustanciales entre Oriente y Occidente. “ Oriente, es el lugar en donde sale el sol, Occidente es el lugar en donde se oculta”, luego el filósofo prosigue con un extenso y concienzudo análisis en donde desde este punto de partida etimológico se van extendiendo las comparaciones pertinentes, como para a grandes rasgos y de manera muy genérica, en este análisis, concluir en las abismales diferencias culturales, sociales y de pensamiento entre occidente y oriente, tratando de acercar, siempre en el caso de Martín Heidegger, las posiciones entre los dos grandes bloques geográficos, para aunar criterios de entendimiento y evitar confrontaciones mayores.

 

Desde el punto de vista Religioso, las diferencias sustanciales entre Oriente y Occidente se profundizan al punto tal de que el análisis del autor Samuel Huntigton, “ El choque de las civilizaciones”, se vieron materializadas como profecía auto-cumplida en los lamentables atentados perpetrados en la Ciudad de New York y Washington , el fatídico 11 de septiembre de 2001. Tras estos fatídicos sucesos, grandes comentarios de célebres intelectuales Norteamericanos perciben el trasfondo de tanto horror, que no por casualidad coinciden con las aseveraciones de nuestro análisis, es el caso del afamado escritor Norman Mailer, en una entrevista concedida al Times, “ Ahora bien, pensemos en la invasión cultural occidental en las sociedades musulmanas. Su reacción es que la tecnología moderna y el capitalismo corporativo amenazan al Islam, que todo lo norteamericano va a destruir la base del Islam”.     

 

De todas maneras lo que se quiere dejar en claro, es nuestro profundo espíritu occidental, y como de alguna manera el enfrentamiento con las concepciones culturales, sociales y religiosas de oriente, se van recrudeciendo.

 

Retomando las investigaciones de Foucault, lo que se quiere recalcar es precisamente las formas y el fondo de nuestro comportamiento, desde el punto de vista institucional o de los sectores de control y poder, que marcan a las claras nuestras reglas y métodos que como sociedad aplicamos a diario. Sería una interminable discusión, prácticamente bizantina, el calificar desde el punto de vista moral, social y político, nuestro comportamiento occidental, más si consideramos que nuestra Nación se ve circunspecta y posee un papel más expectante, por claros motivos económicos, geográficos y políticos, ante los lineamientos dictaminados por los países a cargo de las grandes decisiones occidentales. Por tanto, y ante el recrudecimiento del lamentable enfrentamiento entre occidente y oriente, sería demagogia pura el insistir en modificar de forma repentina nuestras claras y prístinas pautas occidentales.

 

Se pretende entonces aceptar y reconocer nuestras pautas institucionales ante lo que se denomina, lo marginal, lo anormal y lo que por ende debe ser controlado.

 

Ahora bien, asumido esto, y amparado por exhaustivos análisis intelectuales de eruditos, y apartados de la demagogia fácil, del discurso sencillo de barricada, debemos preocuparnos en mejorar nuestros sistemas de control y nuestras instituciones, por tanto nos vemos en la obligación de discernir que significaría “mejorar”, nuestros sistemas de control y carcelarios.

 

Tal como nos indica nuestro código penal vigente los recluidos en los sistemas carcelarios de nuestras penitenciarías, deben contar con asistencia espiritual, con oportunidades laborales, con asistencia médica y con posibilidades educativas. La declaración de las Naciones Unidas de 1985, en los anexos, en los artículos 14 a 17, en donde se establece la permanente asistencia material, médica, psicológica y social a la víctima. En nuestra Constitución Nacional, en su artículo 18, “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlo más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice”. El Pacto de San José de Costa Rica, incorporado a la Constitución Nacional, en su artículo 5, inciso 6, exclama “ Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados”. A las claras notamos, pese a  que toda nuestra jurisprudencia acompaña, lo que se dice en la teoría no se da en la práctica, pues a los internos de cada una de las penitenciarías se los trata bajo el concepto y de alguna manera bajo el lema del castigo, confundiendo y trastocando, lo establecido por el código penal y nuestro espíritu occidental de control y reconversión o reinserción de aquellos que infringieron la ley.

 

Nuestra mentalidad intrínseca y profunda no tiene nada que ver con una suerte de ley del talión de ojo por ojo y diente por diente, por tanto y ante el asombroso y preocupante aumento del delito, debemos encargarnos de reconstituir las conductas institucionales tendientes a reinsertar a la población de reclusos.

 

Preferimos no introducir a la argumentación datos de la realidad cotidiana por dos motivos sustanciales: Primero porque sería muy poco objetivo el comentar determinados sucesos que afectan de manera cruel tanto a los reclusos, como a los familiares de las víctimas que sufrieron las crueles acciones de los Victimarios recluidos. Segundo porque tras la conmocionada opinión pública, tanto por los consuetudinarios actos espeluznantes de los delincuentes, como por los sufrimientos inhumanos de los condenados, operan determinados intereses diversos, que aprovechan el dolor de las víctimas, o para sacar algún tipo de provecho oscuro o simplemente por supina ignorancia y falta de capacitación en los análisis de un tema tan urticante.

 

Por tanto, para ser fiel a nuestras leyes, para encontrar nuestro espíritu social y occidental, para construir educando, brindando oportunidades y con seriedad, solicitamos la aprobación del presente proyecto de ley.