El pasado jueves 21 de febrero, en la sede nacional del MUP (Callao 253), el ministro colgó un cuadro en ‘la cocina de los sueños’ del local partidario con el objetivo de inmortalizar la lucha incansable de los trabajadores en el epílogo de la última dictadura cívico militar.
Más de un centenar de militantes y público en general, entre ellos el secretario político, Marcelo Von Schmeling; el secretario de Prensa y Comunicación, Lautaro González; de organización; Cecilia Gómez Mirada; Monchi Villan de Santa Fe y otros distritos como San Martín (Romina Rodríguez); Morón (Agustín Ramponelli) Marcos Paz (Mónica Odonne) junto a otros referentes distritales y de Capital Federal, acompañaron al ministro.
En la charla Tomada destacó que “la idea de colgar un cuadro es excelente y tiene que ver con la creatividad, el talento y compromiso del MUP. El cuadro que acabamos de colgar da testimonio de la lucha de los trabajadores y lo que fuera el movimiento plenamente organizado. La dictadura tenía planificado terminar con esa militancia en nuestro país. La vida, la desaparición, el exilio, y el desmembramiento del movimiento obrero”.
Por su parte Federico Martelli, tras una breve presentación señaló que:”los que crecimos en los ’80 y ’90 a veces tenemos la idea de que la dictadura empezó a caer como consecuencia de la guerra de Malvinas. Se oculta parte de una historia que es mucho más profunda y rica en lo que fue la resistencia obrera hacia la dictadura”.
Además, el secretario general destacó que “no sólo la dictadura se estaba llevando a 30 mil compañeros y compañeras, sino que también estaban imponiendo un modelo económico, político y social, que más adelante se iba a llevar a más compañeros. El genocidio planificado de los ’90 había empezado en el ’76, por eso para nosotros, homenajear a la reconstrucción de la CGT y a todos los compañeros que pelearon contra la dictadura, es un honor muy grande. Y más aún que sea el ministro Carlos Tomada quien cuelgue el cuadro en nuestra cocina de los sueños”.
Por su parte Rufino Almeida, miembro de la mesa nacional del MUP y militante detenido por aquella época expresó: “a mi me tocó en lo particular desde los `70 entrar a la fábrica donde en el `76 hicimos una huelga y en el `77 los trabajadores de Alpargatas tomamos la planta. Ese momento fue el más duro de la represión. Y ahí también hicimos resistencia”.
Además Almeida remarcó que el método de desaparición de personas no sólo estuvo destinado a la lucha contra las organizaciones armadas, sino que “también incluyó al movimiento obrero, la organización popular, es más, ese fue el objetivo principal”.
La clase obrera y el sindicalismo en los tiempos de la última dictadura
“Cuando hablamos de contexto, recordamos la lucha de las organizaciones vinculadas a derechos humanos, las madres, abuelas, hijos, etc. Recordamos algunos partidos políticos y sobre todo algunos dirigentes que expresaban una especie de resistencia; pero creo que mucho menos frecuentemente se recuerda el papel del sindicalismo. Creo que olvidamos decir que en realidad los trabajadores del movimiento obrero organizado fueron los principales destinatarios y víctimas del terrorismo de Estado”, remarcó Tomada a modo de reflexión.
El ministro afirmó que el 24 de marzo del `76 significó la ofensiva final para terminar con un sistema sindical y de bienestar que se había construido en la Argentina desde mediados de los ‘40 en adelante. Así, “el objetivo era romper esa columna vertebral que daba cuenta de una sociedad equilibrada en igualdad e inclusión. Con Martínez de Hoz vinieron a dar una vuelta de página”, agregó.
Al hablar acerca de lo que dejó el terrorismo de Estado en Argentina más allá de las desapariciones y las muertes, principalmente del movimiento obrero, de los trabajadores, el ministro destacó que “debemos hacer una primera reflexión: que es que la derecha no discrimina nunca. Significa que nosotros tenemos que aprender de la historia, porque sino después cuando retrocedemos, retrocedemos todos, no algunos”.
Hacia el final, Tomada remarcó que “durante la dictadura cívico-militar, no sólo liquidaban a militantes, fueron a la caza de los trabajadores; los militares creían haber cortado para siempre lo que se había conseguido con la lucha de décadas, desde comienzos de siglo con los anarquistas, los socialistas, el sindicalismo de ese tiempo, y por supuesto, el enorme avance de la clase obrera que significó los gobiernos del Gral. Perón”.
Destacados de la exposición del ministro de Trabajo y Seguridad Social de la Nación, Carlos Tomada.
“Intervenir la CGT, los sindicatos, prohibir el derecho a huelga, suprimir la organización colectiva, significó un alarde siniestro para mostrar claramente que era una estrategia de derogar las principales normas de la ley de contrato del trabajo pero, al mismo tiempo, era demostrar la fuerza y la convicción de ir a buscarlos casa por casa, hacerlos desaparecer, como por ejemplo a los abogados de la “noche de las corbatas”. El plan siniestro estaba muy bien estructurado. Lo que quiero decir es que la institución, las normas que el movimiento obrero había sabido cuidar y defender, fueron el objetivo fundamental. Seamos concientes que somos nosotros los que tenemos que defender las instituciones y las normas que regulan y defienden los intereses reales y legítimos del movimiento obrero”.
“La tercera consecuencia de este vendaval planificado es lo que yo llamo ‘la ofensiva patronal’. Este tema tiene que ver con la caracterización del golpe cívico-militar. No sólo hubo desapariciones, también se generaron engendros laborales, derogaciones de normas, intervenciones, y se modificó la relación de fuerzas que había entre el campo popular y los sectores económicos. Por primera vez, después de mucho tiempo, los sectores poderosos de la Argentina, los dueños de la tierra, de las grandes empresas, eran los que pasaban a mandar en una Argentina atendida por sus dueños: la derecha y los milicos eran los dueños en ese momento”.
Entre la inteligenzia del diario La Nación y el cachivachismo clarinista
“Cómo olvidarnos del camino que marcaba esa gran tribuna de doctrina que es el diario La Nación, porque el gran justificador de cada uno de los pasos que se dieron en ese tiempo fue La Nación y se los digo a todos los jóvenes. El diario de los Mitre es un diario serio, muy serio. No es como Clarín. Cuando esa tribuna de doctrina se expresa, marca la línea de la derecha más concentrada y más profunda e inteligente de la Argentina.Nonos olvidemos nunca, esto no es de ahora. Pero hoy estamos nosotros, una expresión del movimiento nacional y popular”.
“Clarín en ese sentido es más cachivache. En ese tiempo La Nación y Clarín se quedaron con las manos llenas de sangre con Papel Prensa. La Nación fundamentó y justificó la desaparición forzada de personas, las violaciones a todas las normas institucionales, el abandono de la Constitución Nacional. Justificó una por una todas las acciones contra el peronismo, el movimiento obrero y los trabajadores. Eso fue así en cuanto al rol que cumplieron, sino miren el rol de la Sociedad Rural y el de los mandamás capitalistas”.
La incidencia de Néstor
“Otra consecuencia de importancia, que ya la mencionó el compañero Rufino, es el terror instalado en el cuerpo colectivo. Quero decir que el gobierno de Néstor Kirchner fue uno de los gobiernos más sanadores de nuestro país, porque fue el que permitió que nos sacáramos de adentro ese miedo tremendo que nació el 24 de marzo del ’76. Volver a hablar, a decir, a encontrar personas que se atrevieron a contar lo que les pasó en su época de militantes, es algo impensado antes de Néstor”.
“A principio de los ’80 también existía el terror, el miedo a la huelga, pero también se sabía que era necesario hacer una huelga, sí o sí. Era un terror que se había instalado cotidianamente en el trabajo y que fue el preludio del disciplinamiento final, producido por las desapariciones de personas ¡Qué importante es que hoy los argentinos y las argentinas no tengamos miedo! Por eso estamos dispuestos a dar batalla”.