La firma láctea Gándara podría reabrir sus puertas si prospera una propuesta diseñada por los trabajadores para recuperar y poner en funcionamiento la hoy quebrada planta que la empresa tiene en las afueras de la localidad de Chascomús, en la provincia de Buenos Aires.
La propuesta es impulsada por la Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea Argentina (Atilra), tiene como eje la recuperación de la fábrica a partir de la conformación de una cooperativa de trabajo y cuenta –en principio– con el visto bueno del Ministerio de Agricultura, que acompañaría con la iniciativa con financiamiento y asesoramiento.
“Actualmente se está tomando nota de lo que haría falta para ponerla en funcionamiento. Se está cuantificando desde el punto de vista material los recursos que hacen falta y, paralelamente, estamos hablando con gente de la producción primaria que nos podría estar dando una mano en cuanto a la restricción de la materia prima”, indicó a Tiempo Argentino Héctor Ponce, secretario general de Atilra.
Lo cierto es que más allá de la buena voluntad e intención de trabajadores y funcionarios, no son pocos los obstáculos que enfrentan los trabajadores a la hora de reactivar la planta. A las dificultades propias de competir en un sector altamente concentrado –solamente La Serenísima y SanCor manejan el 50% del mercado nacional de leche– se suman la crítica situación financiera en que quedó la compañía por los malos manejos privados de la última década.
En la quiebra que tramita ante el Juzgado Nacional en lo Comercial Nº 25, a cargo del Horacio Robledo, figuran créditos laborales verificados –esto es deudas por indemnizaciones y sueldos no abonados que han sido aprobados por el síndico y el juez– a 192 trabajadores por una suma total de $ 20.376.941. A eso se le suma una deuda superior a los $ 3 millones con el sindicato, de más de $ 6 millones con la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), y compromisos millonarios con proveedores que también han sido corroborados por la justicia.
Pero además existen problemas de “marcas” ya que en 2009 un grupo de inversores chinos se hizo con la planta de Gándara ubicada en la localidad bonaerense de Lezama y todas sus marcas, entre ellas la del dulce de leche, donde la empresa siempre tuvo su mayor participación.
A diferencia de otras instalaciones de Gándara que fueron desarmadas, la planta de Chascomus –inactiva desde 2005– se mantiene en condiciones de ser reactivada merced, en parte, a la custodia realizada por los propios trabajadores. En octubre pasado salió a remate judicial pero no recibió ningún tipo de oferta por parte de los privados.
“Nosotros entendemos que lo ideal sería que la compre y explote un empresario y contrate a la gente para trabajar. Vemos que no va a seguir ese camino, entonces queremos ver la posibilidad de reactivarla a partir de una cooperativa de trabajo”, agregaron desde Atilra. El juez que entiende en la quiebra otorgó un plazo que vence el 16 de febrero para la conformación de la cooperativa de trabajo, proceso que ya comenzó con reuniones con los ex trabajadores de la planta.
En 1999, Gándara fue comprada por la italiana Parmalat pero cinco años después la vendió a Sergio Taselli, que la transformó en “Compañía Láctea del Sur SA” y a quien los trabajadores responsabilizan por la situación actual. “A partir de esa fecha, el pseudo empresario Taselli la concursó, comenzó a despedir trabajadores y a destruir su producción”, explicaron desde el gremio.
Quien lleva las tratativas en el Ministerio de Agricultura es el subsecretario de Lechería, Arturo Videla, quien comprometió el acompañamiento de la cartera aunque todavía no están definidos los detalles del plan de acción. “La voluntad existe, falta ver cómo se lleva a cabo”, sostuvo una fuente ligada a las negociaciones.
La propuesta del gremio implica empleo directo para 150 familias y concretaría a partir de la reactivación de una o dos líneas de producción. <
Una firma con el sello de los vascos
Gándara tuvo su origen cuando una familia de inmigrantes vascos decidió instalar, hacia el año 1897, un pequeño tambo en los alrededores de la localidad de Chascomús, en la provincia de Buenos Aires.
Con el correr de los años, el tambo se convirtió en una fábrica que tuvo su período de gloria en la década del ochenta, cuando llegó a procesar cerca de 600 mil litros de leche diarios gracias al empleo de 500 operarios.
También alcanzó a producir 50 mil kg de dulce de leche por día, exportando a los Estados Unidos, Italia, Arabia, Israel, México y Brasil. A tal punto llegaba la diversificación de su producción que incluso fabricaba dulce de leche Kosher para rabinos. A fines de la década del noventa fue vendida a Parmalat y en 2004 al empresario Sergio Taselli. Los malos manejos privados llevaron a despidos, el cese de la producción desde 2007, despidos y una quiebra que lleva ya más de cuatro años.
Por el sitio "Tiempo Argentino"