Media hora había pasado del mediodía y ya las nubes amenazaban con descargar un “chaparrón” sobre los trabajadores municipales, cuando estos ingresaban a la Avenida Alsina y volvían a pararse con toda su energía frente al Palacio Municipal. Después, con la bandera argentina como manto para cubrir la angustia de la gente, se cantó el Himno Nacional y al grito de ¡oh juremos con gloria morir! Los manifestantes dejaron en claro que hasta que el 30% de recomposición salarial no aparezca no piensan en la posibilidad de levantar la medida de fuerza, que ayer con la cuarta marcha se llevó el día número treinta y nueve de acampe.
Leídas las adhesiones de los gremios y partidos políticos de la oposición de Coronel Suárez y de los sindicatos municipales de once distritos bonaerenses, contándose con la presencia del diputado provincial Hugo Bilbao, el secretario general del STM suarense, Rubén Allende, les dijo a sus afiliados que también habían recibido el respaldo al justo reclamo de recomposición salarial de los concejales oficialistas, “que no están porque tenían que viajar y otros por cuestiones personales”, dijo Allende, en el momento que agregaba que “fue lo que nos dijeron anoche en la reunión que mantuvimos con ellos”.
En primer lugar, hablaron los secretarios generales de sindicatos de trabajadores municipales que aún no habían estado en Coronel Suárez, trayendo la solidaridad y el acompañamiento de sus respectivos afiliados. El titular del gremio de Ayacucho recordó que “cuando un municipal está en problemas somos todos los municipales los que estamos en problemas”, haciendo suyo el reclamo de la gente suarense, al tiempo que expresó que “no aflojen, porque la pelea que se pierde es la que se abandona”, slogan que todos utilizaron al momento de hablar para incentivar y levantar la moral de los trabajadores municipales de Coronel Súarez.
Por su parte, Emilio Martínez, secretario general del gremio de Ensenada, afirmó: “Cuenten con nosotros para lo que sea”, indicando el grado de compromiso de los gremios que convergieron ayer en la ciudad, mientras sostenía que “adherimos a este reclamo y nuestro apoyo es incondicional”.
El titular del gremio municipal de San Isidro, Gustavo Ceba, calificó como “heroica” a la familia municipal de Coronel Suárez y dijo que “desde hace 39 días que de pie le dicen a las autoridades acá estamos y tenemos dignidad”, lo cual fue rubricado con un sostenido aplauso de todos los presentes.
Al centrarse en el reclamo en sí, Gustavo Ceba hizo alusión a la sanción de la “nefasta” Ley 11757, que le quitó conquistas sociales a los trabajadores municipales, entre ellas redujo al uno por ciento la antigüedad, cuando todos los municipios bonaerenses pagaban entre un 3 y hasta un 5%, con lo cual “acá no estamos hablando de un aumento salarial, porque desde el ?95 a la fecha nuestros salarios, con ese porcentaje que se quedaron, han engrosado presupuestos y en razón de ello este 30% que se reclama no es más que la devolución de lo que nos han sacado”, dijo el dirigente de San Isidro.
Después de este análisis, Gustavo Ceba si se dirigió a la clase política y expresó que “encarnan una nueva versión de Robin Hood pero al revés, ahora se llama ?Hood Robin?, porque le han sacado a los pobres para seguir enriqueciendo a los nuevos ricos, a aquellos que lograron serlo a partir de ?papá? Estado”, sentenció el gremialista arrancando una ovación de todos los presentes.
Tuvo otro párrafo especial cuando agradeció la presencia policial, pero dijo que “están para resguardar la integridad física y los bienes de la sociedad y acá está la familia municipal, busquen que los delincuentes están en otro lado? no en marchas como ésta”.
Ceba culminó su intervención con una frase del artista León Gieco, al señalar que “no sé si esto se pondrá mejor, pero si no luchamos se pondrá peor”, augurando el triunfo de los municipales de Coronel Suárez en esta lucha gremial con el Ejecutivo, encarnado en la persona de Ricardo Alejo Moccero.
"Somos todos uno”
Desde la ciudad de Mercedes viajó la secretaria general del sindicato, identificada sólo como Flora, quien se manifestó por la justicia del reclamo e insistió con “somos todos uno, por lo tanto esta lucha es de todos”, al tiempo que reflexionó que “el pueblo paga sus tasas para recibir un servicio como contraprestación y el municipal es un contribuyente más”, sosteniendo que “si se tiene una ciudad limpia y hermosa, si el Hospital es de lujo, si se avanza en obra pública, es porque detrás de cada servicio que se presta o tarea que se realiza hay un municipal que trabaja y la gente, la población, no debe olvidar esta premisa fundamental, la ciudad es lo que se ve gracias al trabajo de los municipales, que es algo que siempre ignoran aquellos que gobiernan”.
Destacó el nivel de organización que tuvo la marcha y dijo que “no deben permitir que les pisen una vez más la cabeza”, cuando desde los cuatro rincones bajaba un ensordecedor ?no?.
¿Quién genera violencia?
“Aún tenemos en nuestras retinas la impactante imagen de la marcha del miércoles a la ?cueva? de los intendentes, la FAM (Federación Argentina de Municipio), donde 18 mil municipales tomamos la Avenida 9 de Julio y expresamos las dignas motivaciones que tuvimos para hacer lo que hicimos”, expresó frente a los municipales de Coronel Suárez el secretario gremial de Fesimubo, Carlos Rodríguez.
“Esta es una larga lucha”, señaló Rodríguez, para luego valorar el hecho que dirigentes locales hayan estado en Buenos Aires el miércoles, “sabemos el esfuerzo que hicieron, porque están en lucha, pero estén orgullosos de ustedes mismos porque hoy Coronel Suárez es el espejo en el que se miran todos los distritos de la Provincia de Buenos Aires, porque todos tienen problemas y les urge una recomposición salarial”.
El dirigente de Fesimubo también hizo alusión a la antigüedad que la Ley 11757 les quitó a los municipales, expresando sobre el particular que “les quitó las ganas de vivir a los compañeros”.
En la parte central de su mensaje, Carlos Rodríguez se refirió a la metáfora que utilizó en la primera marcha que se hizo, cuando en forma figurada dijo que si el Intendente no arreglaba rápido con los municipales suarenses iba a venir con trabajadores del conurbano e iba a tirar abajo el Palacio Municipal. Esta frase fue utilizada por el intendente Ricardo Moccero para demonizar a Rodríguez y meter miedo entre los propios municipales y en el pueblo en general: Lo decía en cada entrevista radial y televisiva de la que participó en los últimos días.
Rodríguez dejó en claro que se trataba de una metáfora y dijo que “con la marcha que realizamos el miércoles en Buenos Aires, de la que participaron 18 mil personas y no ocurrió un solo desmán, y con la que acabamos de hacer, en donde hubo reclamos pero en paz y muy tranquilos, demostramos que de nuestro lado no se genera violencia”.
Es otra cosa
“Violencia es otra cosa, señor Intendente”, dijo Carlos Rodríguez, al tiempo que largó un largo rosario de hechos que son violentos en sí mismos, intentando demostrar que quien gestó violencia en todo momento fue el propio Jefe comunal. “Violencia es pagar salarios de hambre, violencia es irse a las Bahamas dejando a sus trabajadores reclamando en un acampe, violencia es convocar a la fuerza de choque policial, violencia es cerrar el municipio cuando éste es de todos los vecinos y no del Intendente, esto es abuso de poder, es violencia? esto sí es violencia”, expresó con vehemencia Carlos Rodríguez. Palabras que merecieron una ovación de todos los presentes.
Por último, dejó el mensaje del secretario general de Fesimubo, Rubén ?Cholo? García, quien le manifestó a Rodríguez, para ser transmitido a la gente, que “no den ni un paso atrás y lo que decida la asamblea será acompañado por la Federación”, cerrando su intervención con un anuncio: “Si el conflicto no se soluciona en los próximos días vamos a venir a acampar en esta Plaza todos los municipales de la Provincia de Buenos Aires”.
Rubén Allende dejó al descubierto que el Intendente subestimaba y sigue subestimando a los trabajadores municipales y lo hizo expresando que “no nos cree, le advertimos que esto iba a suceder si no cumplía con lo que había acordado; le dijimos que la gente está mal y tiene necesidades, pero no nos creyó, tampoco nos creyó cuando le dijimos que hasta que no aparezca el 30% no nos vamos a mover de esta Plaza y que lo crea, porque será así”.
Al hablar de la medida de fuerza, Allende dijo que “esto que hacemos es un grito de justicia” y agregó que “no es la misma justicia que utilizan ellos (los funcionarios) a la hora de recomponer los salarios de los trabajadores y tampoco es justo que el Intendente cobre mil pesos por día, eso no es justicia”.
“Por eso estamos acá, exigimos justicia y nos quedamos acá hasta que el 30% aparezca”, expresó Allende en el final, cerrando con agradecimientos a los diferentes sectores que los han acompañado desde el inicio de la protesta.
A cuarenta días de iniciado el conflicto
Hay diálogo entre el STM y el Intendente, pero no hay acuerdo
“Nos quedamos?”
El cierre del acto, posterior a una tranquila marcha, estuvo a cargo del secretario general del STM, Rubén Allende, quien centró su mensaje en la unidad que se había gestado entre los municipales a partir del acampe que se decidió en una asamblea, expresando en particular que “como nos sentimos orgullosos de esa unidad, no nos vamos a ir de esta Plaza hasta que aparezca el 30%, que no es un aumento salarial sino una justa recomposición de nuestros magros salarios”.
El miércoles por la noche, tal como lo informó Nuevo Día, la comisión directiva del STM, acatando el mandato de la asamblea rechazó la oferta que le había presentado el intendente Ricardo Moccero. Al día siguiente, una asamblea analizó la propuesta, hubo intercambio de opiniones, para luego pasar a la votación, quedando algunos puntos aprobados, otros rechazados y algunos aceptados con algunas condiciones.
Seguidamente, la comisión directiva elaboró una contrapropuesta que acercó al Ejecutivo poco antes del mediodía del jueves, para que sea analizada y considerada por el Intendente.
Si bien el conflicto sigue lejos de solucionarse, es positivo que haya diálogo entre las partes, lo cual produce un intercambio de opiniones y posibilidades de negociación para un conflicto que se inició el 11 de agosto con una huelga de los trabajadores, pero que registra negociaciones truncas o frustradas desde muchos meses antes.
La asamblea fue contundente, sólo levantarán el paro si aparece el 30%.
Rubén Allende, sobre el resultado de la asamblea, dijo que en el transcurso de la misma se fueron calmando un poco los ánimos de los trabajadores, que ven pasar los días sin una propuesta de aumento que se acerque a las pretensiones de recomposición salarial al básico.
Con respecto a la modificación del escalafón municipal, fue ratificado el mandato de la asamblea anterior, estableciendo la no modificación del mismo porque merece un estudio profundo y serio que no debe realizarse en el marco de un reclamo salarial y sin el consenso de los trabajadores, ya que es un derecho adquirido de los mismos.
Trascendió que la asamblea aceptó el 15% de aumento al básico, pero retroactivo al primero de agosto de 2009. Con respecto a la suma fija de 120 pesos se ratificó que la misma continúe pagándose a todo el personal que la está percibiendo, hasta tanto se establezca una modificación en común acuerdo con el gremio. Además, aceptaron la suma de 60 pesos en concepto de título secundario y con respecto al 1% de antigüedad fue aceptado pero no como bonificación sino como aumento al básico. Finalmente, ratificaron la postura de que se devuelvan los días y bonificaciones descontadas en el mes de agosto al personal que está en paro.
La asamblea también estableció como condición para levantar la medida de fuerza que no habrá ningún descuento de salarios a la gente que participa en la huelga, respetándose también las condiciones y puestos de trabajo y la carga horaria que mantenía cada trabajador al principio del conflicto.
Pidieron además que el Ejecutivo reestablezca el código de descuento de haberes por el Sistema de Acogimiento a Créditos y Compras al Sindicato Municipal de Coronel Suárez, mientras que se establece una recomposición salarial del 30%, para todas las categorías del escalafón a partir del primero de agosto del 2009.
La respuesta de Ricardo Moccero
En respuesta a la nota que surgió de la asamblea, el intendente Ricardo Moccero elaboró una propuesta, en la que expresa que “los 4 días descontados en el mes de agosto se pueden recuperar trabajando las horas perdidas sin problemas, el empleado que las trabaje las va a cobrar” y añadió que “con respecto a las bonificaciones perdidas en el mes de agosto, no se podrán contemplar, pero a partir del día de la fecha se podrán ir reintegrando paulatinamente en la medida que la situación presupuestaria del municipio lo permita”.
En un segundo punto, Moccero señala que “los descuentos de días no trabajados, presentismo y asistencia perfecta de agosto, mas los 18 días de setiembre no trabajados podríamos aceptarlo, siempre dentro del marco de la negociación, es decir, que de 39 días no trabajados, solo se descontaron 4 de agosto, con la posibilidad de recuperarlos trabajando”.
Moccero aceptaba en esta respuesta que “en el marco de la negociación no se bajarían las cargas horarias, y los puestos de trabajo sin proceder a despidos”, pero sostenía en un cuarto punto que “el escalafón municipal se cambió por decreto eliminando las categorías inexistentes, pero manteniendo el sueldo básico como un derecho adquirido, es lo que marca la ley, el régimen horario y el escalafón, siendo una facultad exclusiva del Departamento Ejecutivo, según el artículo 104 de la Ley 11.757”, indicando que en este tema se trabajo desde principio de año, consultando a los distintos organismos competentes en la materia”.
Agregaba el Intendente que “la suma fija la podemos mantener para los que cobren menos de 1.800 pesos de bolsillo, pero lo mejoramos haciéndolo ?sin asignaciones familiares?, entonces entra la mayor cantidad de personas, es decir, que el 60% de los empleados municipales se beneficiarían con ésta medida”.
Con respecto al código de descuentos, Moccero sostuvo que “se podría aceptar parcialmente, o sea, por un lado respetando los compromisos ya asumidos hasta su culminación y por el otro, se podrían atender todo lo que sea demanda alimenticia, no así para electrodomésticos y bienes superfluos”.
Por último, Moccero expresa que “se acepta pasar al 16 %, dejando de lado el tema de la antigüedad para resolverlo el año que viene, pero como fecha de pago se debe mantener el 1 de octubre porque ya contamos los fondos y si pasamos un 1% mas al básico, tenemos que respetar como fecha de pago el 1 de octubre”.
Los trabajadores municipales volvieron a rechazar la propuesta, porque la exigencia principal no había sido atendida, que es el 30% de recomposición salarial al básico. Entonces el jefe comunal, molesto por el rechazo, decidió retirar totalmente la oferta, con lo cual la negociación volvió a fojas cero.
Ahora a barajar y dar de nuevo. La plaza se sigue llenando de carpas, los trabajadores se muestran firmes y decididos, por lo cual es imposible aventurar una solución del conflicto en los términos en que se desarrollan las negociaciones.
El Intendente atemorizó a la población en vano
Los municipales marcharon en gran número y sin ningún incidente.
El miedo que el intendente Moccero instaló entre la ciudadanía, previniendo sobre la posibilidad de actos violentos o de vandalismo en la marcha de los municipales terminó en una advertencia sin sentido, ya que la numerosa marcha de protesta, que se desarrolló durante 20 cuadras, no produjo ningún inconveniente y hasta logró el aplauso de muchísimos vecinos.
En momentos en que toda la ciudadanía espera de su máxima autoridad una demostración de prudencia, recato y propensión al diálogo, el intendente Ricardo Moccero actúa de manera totalmente contraria, primero agrediendo dialécticamente a los trabajadores, luego instalando el miedo entre la sociedad, tratando de restarle el legítimo apoyo que tiene la protesta de los municipales y finalmente tratando de enervar los ánimos para que algún hecho violento le permita victimizarse evitando el debate claro que ha demostrado a lo largo de 39 días que los huelguistas han actuado con responsabilidad adoptando actitudes claramente volcadas al diálogo y la negociación, encontrando del otro lado sólo descalificaciones, agresiones, argucias y hasta veladas – y no tanto ? amenazas.
Las trabajadoras que cumplen tareas en el Hospital para garantizar los servicios mínimos salieron a la calle para aplaudir a sus compañeros.
Resulta que el jefe comunal intentó por todos los medios posibles impedir la marcha de ayer, ya que sabía que una fuerte demostración de unidad ? como fue ? podía jugar en contra de su pretensión de desactivar la protesta.
Primero lo intentó ofreciendo una propuesta a última hora del miércoles (después de 36 días sin atender a los representantes gremiales), con la idea de abrir una brecha que permitiese avanzar en la negociación, ante lo cual seguramente iba a solicitar la suspensión de la marcha.
Y si bien parte de la propuesta le fue aceptada, el gremio de ninguna manera iba a aceptar un cambio unilateral en el escalafón municipal, rechazando de plano esa idea del Jefe comunal y exigiendo otra serie de medidas adoptadas por Moccero, claramente perjudiciales para el conjunto de la planta, exigencia taxativa del gremio que parece haber ofendido al Intendente ya que de manera inmediata retiró entonces la totalidad de la oferta, ante la certeza de que le sería imposible detener la marcha.
Fue entonces que comenzó la segunda acción emprendida para quitar fuerza a la protesta, consistente en una reiterada e insistente serie de declaraciones radiales y televisivas que los trabajadores consideraron ofensivas, para ellos y para el gremio, que seguramente buscaban reacciones en caliente que le permitiesen ponerse en su natural papel de víctima y cambiar el eje de la discusión, logrando que no se hable más del reclamo y se deriven las opiniones hacia otras cuestiones en las que el Intendente suele desenvolverse con gran habilidad.
Pero cuando la práctica es repetida termina por no surtir más efecto y los trabajadores, demostrando una gran madurez, no ?pisaron el palito? y se mantuvieron en su postura y en su decisión de llevar adelante la marcha.
Otro round en contra para Moccero y entonces el plan de emergencia, que consistió en la repetición de su natural raid por las radioemisoras locales alertando a la población e instalando el miedo por lo que podía pasar, indicando que posiblemente habría actos violentos. Este mensaje, increíblemente, prendió en muchos sectores y quizás hasta en algunos trabajadores que por eso no asistieron a la marcha.
Pero del dicho al hecho, existió un largo trecho.
Marcha sin incidentes
La protesta de los municipales suarenses, corporizada ayer en la cuarta marcha, contó con el apoyo de la Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses, presente a través de su secretario gremial, Carlos Rodríguez, y de delegaciones simbólicas de otros gremios municipales de la provincia, integradas en la mayoría de los casos por un dirigente dos o tres trabajadores.
Así se hicieron presentes representaciones de Punta Alta, Mercedes, General Alvear, Morón, San Isidro, Ensenada, Tornquist, Pigüé, Olavarría, Bahía Blanca y Ayacucho.
La plaza fue nuevamente el lugar de concentración, frente a un edificio municipal totalmente vacío ante el asueto total decretado a la madrugada de ayer por el Jefe comunal, lo que motivó que los trabajadores que no adhieren al paro debieran retirarse apresuradamente a sus hogares luego de haber fichado su ingreso. El asueto fue una medida extemporánea, tomada para reforzar la sensación de inseguridad, y a la luz de los hechos totalmente innecesaria y que sólo contribuirá a atrasar aún más la marcha de los asuntos del municipio, que nos atañen a todos los suarenses.
Fueron muchas las adhesiones que recibieron los manifestantes a lo largo de las 20 cuadras que duró la marcha. La comerciante de la foto fue una de las más efusivas, aunque el apoyo unió a gente de todas las edades y todas las capas sociales.
Este cierre motivó otros inconvenientes, que quedaron plasmados en diversos actos legales (ver Un escribano en la plaza), pero una vez culminados se puso en marcha la caravana, tomando por la calle Mitre, desde Alsina hasta Brandsen.
Con masiva presencia de trabajadores y trabajadoras, la larga columna marchó al compás de los bombos, mientras se hacían explotar bombas de estruendo con gran cuidado de no causar ningún tipo de inconvenientes.
Al transitar por Brandsen hasta Las Heras los trabajadores recibieron adhesiones de comerciantes y vecinos, destacándose la actitud de una mujer que salió de su negocio envuelta en una enorme bandera argentina para apoyar la protesta.
Por Las Heras siguió la marcha hacia Garibaldi y aquí fue notable la curiosidad que despertó la marcha, observándose a algunas amas de casa que reingresaban a sus hogares y volvían provistas de cámaras fotográficas para dejar en el recuerdo un hecho poco común en nuestra ciudad.
También recibieron los manifestantes adhesiones de algunos automovilistas que se sumaban haciendo sonar las bocinas de sus vehículos y estuvieron los que muy apurados y asustados trataban de correr sus vehículos para evitar algún desmán, prevenciones que quedó demostrado fueron innecesarias e injustificadas ya que todo tuvo un tono de absoluta normalidad y lo más ?feroz ? fueron algunos cánticos en contra del intendente Moccero y alguno que otro contra el secretario de Salud, Rogelio Urízar, acusado de presionar a los trabajadores.
Los huelguistas recibieron también la fervorosa adhesión de varias docentes, algunas llegadas desde la Secretaría de Inspección y otras desde el edificio donde antiguamente funcionaba el Centro Educativo Complementario, en calle Avellaneda al 1.400, donde actualmente funciona el Tribunal Descentralizado.
Al llegar hacia el Hospital Municipal la marcha, que ocupaba más de una cuadra de extensión, apagó sus ruidos en respeto a los internados, mientras que en la entrada del sector Internación se presentó todo el personal que cumple tareas cubriendo los servicios mínimos para aplaudir a los manifestantes, expresando su apoyo a la protesta. Igual situación se vivió en el sector de Guardia.
Pero la gran adhesión se vivió en el Hogar de Ancianos Domingo Goñi, donde las enfermeras, mucamas, trabajadoras sociales y cocineras esperaban a la marcha con banderas improvisadas con servilletas celestes y blancas y con grandes envases de plástico que hacían sonar con palos, sumándose así al redoble de tamboriles y golpes de los bombos.
La caravana siguió por Rivas hasta calle Lamadrid, arteria por la cual caminaron hasta Sarmiento, donde luego de rodear la plaza se situaron nuevamente frente al Palacio Municipal para dar inicio al acto donde se escuchó la palabra de varios oradores.
Ni un solo acto reñido con las buenas costumbres, ni el menor atisbo de hechos violentos. Sólo una marcha de trabajadores reclamando por su salario y luchando por su dignidad.
La violencia no es una protesta, violencia es que a un trabajador no le alcance el ingreso para vivir con la dignidad que merece mientras quienes deben pagarle gozan de salarios que a veces indignan. Dignidad del que protesta en forma pacífica, indignidad del que agrede desde su posición de poder.
Un escribano en la plaza
El escribano Luis Romagnoli en la puerta del municipio, constatando que el edificio estaba cerrado, en compañía del concejal Augusto Berg y de la empleada municipal Pilar Sendra, quien fue testigo del hecho.
A media mañana el concejal justicialista Augusto Berg intentó ingresar al Palacio Municipal acompañado por la secretaria del bloque, Paula Roigé, a desarrollar sus tareas en la oficina que el bloque tiene en el edificio. Lo que no previeron era que el jefe comunal había decidido por las suyas dejar también sin acción al Concejo Deliberante, olvidando ? una vez más ? que constituye un poder autónomo y distinto del Ejecutivo.
Fue entonces que Augusto Berg requirió la presencia del escribano Luis Romagnoli, quien levantó sobre una de las mesas de los huelguistas, en la plaza, un acta dejando plasmada la irregularidad. “Este hombre piensa que la Municipalidad es de él y que puede hacer lo que quiere, pero nosotros no vamos a aceptar que se nos siga avasallando nuestros derechos”, advirtió a Nuevo Día Héctor Dalmau, quien llegó en pleno proceso de labrado del acta.
Con el acta en la mano, habrá que esperar el camino que adoptarán los concejales para poner coto a este tipo de acciones violatorias de las reglas implícitas y explícitas de la democracia.
Un obrero infartado
Los empleados municipales reconocieron al obrero infartado con un aplauso y con un cartel, que luego portaron durante la marcha.
La semana pasada, seguramente producto de la enorme tensión que vienen soportando los trabajadores municipales, uno de los más consecuentes en el apoyo a la huelga, el que se ocupaba de calmar a los más irascibles, el amigo de todos, el que siempre estaba dispuesto a ayudar, sufrió un infarto del que afortunadamente se está reponiendo rápidamente.
El ?Cholo? Schmidt, ese grandote de buen corazón, después de escuchar las noticias del mediodía y las declaraciones del jefe comunal comenzó a sentirse mal y llegó como pudo hasta el Hospital. Allí lo atendieron, pero no faltó quien le dijo, con total desaprensión, ?esto te pasa por hacer huelga?.
Ayer, sus compañeros le expresaron su apoyo con un largo y sentido aplauso y portando un cartel con su nombre durante la marcha.
Durante esta huelga se produjo también otro hecho para lamentar, ya que un joven de apellido Melchior, que fue contratado para la recolección de residuos y puesto a trabajar sin ningún tipo de capacitación, sufrió un accidente de importancia al trabarse la prensa del camión recolector. El joven quiso destrabarla de manera incorrecta, cerrándose la prensa sobre su mandíbula, provocándole una fractura, aunque lo sucedido podría haber sido mucho más grave todavía. Por suerte se recupera favorablemente.
En Huanguelén otro trabajador sufrió un pico de estrés producto de la difícil situación que atraviesan los municipales y debió abandonar por ahora la protesta y quedarse en su hogar para reponerse. Hechos que no se saben, pero que también hacen a esta historia de 39 días de vigilia, frío y mucho nerviosismo, soportando desplantes, aprietes y agresiones.